Es viernes 14 de enero, 10 de la mañana. El portón de la casa de Retiro de Punta de Tralca está cerrado. Una pareja de ancianos sorprendidos se entera que este verano no podrán vacacionar en su lugar preferido, porque ya no existe.
“Caminar por este lugar era estar en un bosque (...) esta casa era de maravilla, pagando 20 mil pesos por persona tenías un lugar para dormir y pensión completa (desayuno, almuerzo, once y cena)”, recuerda Aida Cerón Olave (80 años), dirigenta social de Pudahuel, quien desde su juventud vacacionaba en la casa Punta de Tralca, perteneciente al Arzobispado de Santiago.
El 30 de julio de 2020, el arzobispado de Santiago y Fundación Santa María del Sur (sostenedora) informaron a la comunidad la decisión de cerrar esta casa y devolverla al Seminario Pontificio Mayor de Santiago, propietario del terreno. Medida que fue concretada el 31 de octubre de 2020, momento en el cual se desarmaron los paneles que un día fueron las cabañas del conocido centro vacacional.
En sus jardines, Juan Barros se enteró de boca de Ricardo Ezzati acerca de las denuncias en contra de Fernando Karadima.
Desde el destape de los abusos sexuales en la iglesia chilena, el lugar pasó de ser un espacio de recogimiento y descanso al sitio donde los obispos planifican su estrategia a largo plazo para desestimar las denuncias.
Aida Ceron, dirigenta social de Pudahuel quien vacacionó por décadas en la casa de Punta de Tralca

El refugio de la iglesia: los obispos cierran la puerta por fuera
Desde la fundación de la Conferencia Episcopal Chilena (1957), ha sido el lugar de encuentro y reunión de la jerarquía católica chilena, en donde tres veces al año los obispos se juntan a discutir los pasos a seguir de la iglesia.
En sus jardines, Juan Barros se enteró de boca de Ricardo Ezzati acerca de las denuncias en contra de Fernando Karadima. Barros pertenecía al círculo de hierro de Karadima, al igual que los obispos Horacio Valenzuela, Tomislav Koljatic y Felipe Vacarezza, quienes comenzaron a operar para que la iglesia no investigará al párroco de El Bosque.
Uno de los momentos más complejos se desarrolló durante la asamblea 115, junta desarrollada en abril de 2018, meses después de la desastrosa visita del Papa Francisco a Chile y a menos de un mes que su santidad enviara una comisión especial para investigar la crisis de los abusos, comandada por Charles Sclunna.
Uno de los momentos más complejos se desarrolló durante la asamblea 115, junta desarrollada en abril de 2018, meses después de la desastrosa visita del Papa Francisco a Chile y a menos de un mes que su santidad enviará una comisión especial para investigar la crisis de los abusos, comandada por Charles Sclunna.
Esa mañana los obispos recibieron un balde de agua fría cuando llegó una carta de seis páginas, en donde Francisco los citaba a Roma de forma urgente para tratar la situación de la iglesia chilena. La noticia fue informada por Santiago Silva, entonces presidente de la Conferencia episcopal; y el vocero de la iglesia, Jaime Coiro, quien no ocultó su sorpresa y al escuchar las duras frases del pontífice se llevó las manos a la cara en señal de vergüenza.
La cita se desarrolló entre el 14 y el 17 de mayo, en donde Francisco los hizo reflexionar una carta donde les contaba que sabía acerca de la quema de papeles, encubrimientos y denuncias de abusos sexuales. Al término de esa semana las autoridades de la iglesia Católica Chilena renunciaron: de las 34 renuncias 8 fueron aceptadas en los siguientes días.
Desde ahí la cúpula de la iglesia cayó en caída libre. El 11 de junio el Papa acepta la renuncia de Cristian Caro, Arzobispo de Puerto Montt, acusado de encubrir a 12 sacerdotes; Juan Barros, cuestionado obispo de Osorno; y al obispo de Talca, Horacio Valenzuela, cercano a Karadima. El 28 del mismo mes cae el obispo de Rancagua, Alejandro Goic, quien estaba involucrado en el encubrimiento de la cofradía de Rancagua.
Para la siguiente asamblea plenaria desarrollada en agosto de 2018, la jerarquía eclesiástica venía diezmada. Cinco obispos renunciados, dos acusado de abuso sexual, varios obispados allanados y una segunda visita de Scicluna la cual dejó instalada una comisión de recepción de casos. El clima en Punta de Tralca no era el mejor, siendo está la última vez que la iglesia utilizó esta casa como refugio. Ya no había estrategia que contuviera las denuncias.
Sector de la Casa de Punta de Tralca donde se encontraban las cabañas

Las vacaciones que no volverán
Fundada en 1890 por el Arzobispo Mariano Casanova. Se encuentra ubicada en la península de Punta de Tralca, comuna de El Quisco. Desde los años cincuenta no sólo ha servido como casa de retiro para el clero de Santiago, sino que ha sido utilizado como centro vacacional y refugio para perseguidos por la dictadura.
Por años fue el sitio preferido por colegios y parroquias del sector oriente de Santiago para realizar actividades extracurriculares, quienes pagaban un poco más de 20 mil pesos por persona; pero con la pandemia del COVID-19 dejaron de recibir dichos ingresos, convirtiéndose en una carga para la iglesia de Santiago.
Según fuentes al interior de la cúpula de la iglesia la casa de retiro es un problema. Si ésta no es ocupada para acciones vinculadas a educación podría estar sujeta al pago de impuestos, lo que haría descartar cualquier plan de transformar esta obra en un negocio.
El temor de la comunidad es que la parcela 40 del Fundo Punta de Tralca, donde hoy está solo la obra gruesa de lo que un día fuera la Casa de Ejercicios del arzobispado, se transforme en un proyecto inmobiliario.
El temor de la comunidad es que la parcela 40 del Fundo Punta de Tralca, donde hoy están solo obra gruesa de lo que un día fuera la Casa de Ejercicios del arzobispado, se transforme en un proyecto inmobiliario.
El avalúo fiscal de la Casa de retiros es de 460 millones según registra en el mapa del Servicio de Impuestos Internos, un valor módico considerando la ubicación y el interés arqueológico y geológico que presenta este sector de la comuna de El Quisco.
Ximena Aravena vive frente a la casa de ejercicios. Desde los seis años ha estado vinculada al centro del Arzobispado, ya que su mamá era la persona que atendía el quiosco dentro del seminario. “Yo vi este lugar en su capacidad máxima, cerca de mil personas”, recuerda.
Ximena Aravena, vecina de la Casa de Ejercicios de Punta de Tralca

La vecina del seminario junto a su madre estuvieron vinculadas por más de 40 años a la Casa de Ejercicios. “Mi madre sufrió mucho cuando vio que estaban rematando las cosas de la casa y salían a los caminos con los paneles de las cabañas desarmadas, las bancas de la iglesia y hasta el altar. Aún sueño con ver este lugar como lo recuerdo, pero ya perdí la esperanza de que se vuelva a abrir.
Relata que todo comenzó a cambiar en 2011, cuando dejó de ser administrada por la religiosa del Sagrado Corazón, Magdalena Artoquiza, quien administró la casa por más de 20 años y la transformó en un espacio de integración. “Todos cabían en esta casa, esa era su característica”, señala Ximena.
La madre Astorquiza junto a otras hermanas se entregaron de manera silenciosa a la mantención de este lugar de oración y convirtieron la casa en una “villa”. Muchos vecinos del sector trabajaron en la casa cumpliendo diversas labores, recuerda Ismael Guerra en una nota publicada en la página de la congregación de las Hermanas del Sagrado Corazón en Chile.
Relata que todo comenzó a cambiar en 2011, cuando dejó de ser administrada por la religiosa del Sagrado Corazón, Magdalena Artoquiza, quien administró la casa por más de 20 años y la transformó en un espacio de integración. “Todos cabían en esta casa, esa era su característica”, señala.
“Si alguien no tenía plata para pagar, la madre Astorquiza se las ingeniaba y le encontraba un lugar, sobre todo cuando eran adultos mayores”, dice una nostálgica Aida Cerón, quien junto a su esposo recorren las inmediaciones de la casa sin convencerse de que esto ha llegado a su fin.
Con añoranza recuerda la tranquilidad que se sentía en los pasillos de la casa y el clima de familia que se experimentaba. “Conocimos personas de diferentes lados”, añade.
INTERFERENCIA contactó al Seminario Pontificio Mayor, entidad propietaria de la casa. Según explicaron, el administrador estaba con su agenda copada, aun cuando fueron llamados cuatro días antes de esta publicación. Desde el Arzobispado de Santiago descartaron que la casa estuviera en venta, aunque no especificaron si habían recibido ofertas.
Ximena y su madre, Aida y su esposo y otros cientos de trabajadores y miles de personas que vacacionaron en este lugar, mantienen en su recuerdo las vivencias de la Casa de Ejercicio de Punta de Tralca, que además de ser el refugio de la cúpula católica, logró ser un espacio de encuentro y descanso para los laicos.
Comentarios
Que tristeza me da, recuerdo
Estas cabañas se usaron en la
Hola.queria saber si está
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