El lunes 3 de octubre, en las cartas al director de El Mercurio, una misiva enviada por el destacado periodista Julio Salviat llamó nuestra atención. “Señor director: Busco y busco, y no encuentro a alguien que nos explique qué perjuicio le puede causar el TPP11 a nuestro país”, escribió el profesor de Redacción Periodística de la Universidad Andrés Bello y Premio Nacional de Periodismo Deportivo.
El texto, uno más entre la docena de cartas que a diario publica el periódico de los Edwards, dejó instalada a través de sus pocas palabras una serie de interrogantes. ¿Es que acaso no hay cabida para voces disonantes en sus páginas para temas tan fundamentales para el país como el TPP11? ¿Cuán informada está realmente una persona cuya dieta periodística diaria se reduce tan solo a un puñado de medios tradicionales?
Voces como las de Palma resultan profundamente incómodas para un diario que, precisamente, sentó las bases en los años 60 y 70 para instalar el sistema neoliberal en Chile, que defiende el statu quo y tiene en las “élites capitalistas” a sus principales lectores.
Una rápida búsqueda por la web arroja, por ejemplo, una serie de artículos firmados por el connotado economista chileno José Gabriel Palma, quien destaca los perjuicios de la eventual firma del famoso tratado. Uno de ellos, publicado por El Mostrador, se dedica precisamente a desmenuzar el chequeo de datos realizado por El Mercurio respecto del TPP11. Junto con criticar al modelo neoliberal (que se encuentra en su “etapa senil”), las élites capitalistas y los defensores del statu quo, Palma las emprende contra el Decano. “El Mercurio obviamente no entiende lo que son los derechos de los pueblos originarios, ni los problemas con las semillas, los transgénicos, y el de la regulación del uso de plaguicidas”, señala.
Voces como las de Palma resultan profundamente incómodas para un diario que, precisamente, sentó las bases en los años 60 y 70 para instalar el sistema neoliberal en Chile, que defiende el statu quo y tiene en las “élites capitalistas” a sus principales lectores, avisadores y fuentes de información. No es de extrañar, por lo tanto, que la oposición de Palma al TPP11 haya sido apenas consignada en un breve mercurial con el título “El economista que escribió papers con Marcel y que se opone al TPP”.
¿Existen, por lo tanto, voces que se oponen a la firma del convenio? Claro que existen, pero sencillamente no tienen el espacio que se merecen en algunos de los grandes medios. ¿Influye de alguna manera esta política de excluir a actores contra-hegemónicos en la cobertura de este tema? Por cierto que sí y no se reduce únicamente a los medios tradicionales, sino que tiene consecuencias en el sistema mediático en su conjunto.
Académicos de distintas latitudes se han volcado a estudiar el fenómeno del intermedia agenda-setting, es decir, la influencia que determinadas fuentes noticiosas –un diario, por ejemplo– pueden ejercer sobre otras, y cómo esto luego afecta la amplitud de la información que se presenta al público. En Estados Unidos, por ejemplo, los medios de comunicación de élites –el New York Times y el Washington Post, por citar solo un par– tienen más probabilidades de convertirse en referentes que el resto de los medios. Estos medios asumen, producto de su tamaño y trayectoria, un rol central de influencia sobre los demás.
La culpa, por lo tanto, parecería no ser del autor de la famosa carta que no encontraba argumentos contrarios al TPP11, sino más bien a un problema mayor: un sistema de medios estructurado de tal manera que lo que se define como prioritario al tope de la pirámide informativa repercute directamente sobre la forma en que se cubrirá un determinado tema en el resto de los medios.
El diario de los Edwards ocupó sus páginas editoriales de los días siguientes para reprochar esta mirada crítica del periodismo chileno. Bastó tan solo un día para que buscaran desmontar la idea de que los medios son “entes ideológicos y políticos”.
Durante estos mismos días, el rol de El Mercurio también fue motivo de discusión en un foro organizado por la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad y Chile y en el que expusieron, entre otros, Pablo Iglesias, Beatriz Sánchez y Eugenio Tironi. “Los medios no están sometidos a ningún sistema de organización democrática”, arguyó el español en una frase que de manera inesperada utilizó El Mercurio para titular su nota respectiva al día siguiente.
De forma más esperable, el diario de los Edwards ocupó sus páginas editoriales de los días siguientes para reprochar esta mirada crítica del periodismo chileno. Bastó tan solo un día para que buscaran desmontar la idea de que los medios son “entes ideológicos y políticos” y luego apenas tres días más para sostener que “la libertad de expresión y de prensa en Chile no ha estado amenazada ni en peligro”.
Citando a la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) como principal fuente, este mismo editorial de El Mercurio cuestionó el hecho de que el gobierno participe en el desarrollo de un informe público sobre el sistema de medios en Chile. Olvidó el texto, sin embargo, consignar que prácticamente la mitad de los diarios afiliados a la ANP pertenecen a la gran familia mercurial y que su presidente lleva 27 años trabajando en El Mercurio y ocupa actualmente el cargo de Director de Desarrollo Comercial del diario. En otras palabras, esto es así porque así lo creemos nosotros.
Estos niveles obscenos de concentración en tan pocas manos –en 2020 el 81% de la lectoría de diarios y casi el 88% de su avisaje correspondía a medios de El Mercurio y Copesa– no son cuestión baladí. Como escribe el estadounidense Ken León-Dermota en su libro Chile inédito: el periodismo bajo democracia, “el obstáculo más importante para una prensa libre y abierta en Chile no es la ley, que de hecho es restrictiva, sino la concentración de la propiedad en el extremo del espectro político y la voluntad de los propietarios de usar esos medios para propagar sus puntos de vista estrechos”.
No faltan las voces incrédulas que sostienen que la prensa de papel es cosa del pasado, que no hay ningún joven que lea El Mercurio y que el poder de los medios se diluyó hasta atomizarse por completo con la irrupción de lo digital.
Chile es uno de los pocos países cuya historia se puede contar a través de sus medios de comunicación, asegura el estadounidense, y El Mercurio es “el principal determinante del destino de Chile”.
No faltan las voces incrédulas que sostienen que la prensa de papel es cosa del pasado, que no hay ningún joven que lea El Mercurio y que el poder de los medios se diluyó hasta atomizarse por completo con la irrupción de lo digital. Esas mismas voces son las que todavía no pueden creer el triunfo del Rechazo y se sorprenden cuando ven lo arraigadas que están ciertas prácticas conservadoras. Las mismas, finalmente, que no se explican por qué no se ha logrado democratizar aun el panorama mediático chileno para que los más chicos también puedan jugar en un jardín que, por el momento, solo pertenece al gigante egoísta.
Comentarios
En Argentina conocemos de la
Excelente la columna. Don
Es muy curioso que un
Vibrante y Excelente Columna
Es un deber destacar, que,
Este artículo y casi todos
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