Estamos donde tú estás. Síguenos en:

Facebook Youtube Twitter Spotify Instagram

Acceso suscriptores

Sábado, 26 de Julio de 2025
Newsletter 'La Semana'

Déjà vu: ¿vuelve la inestabilidad como enfermedad crónica de América Latina?

Andrés Almeida

protestas_en_peru.jpg

Crecen las protestas en Perú tras la destitución de Pedro Castillo. Foto: Sputnik
Crecen las protestas en Perú tras la destitución de Pedro Castillo. Foto: Sputnik

Los últimos eventos en Argentina y Perú recuerdan uno de los peores rasgos que caracterizó el siglo 20 latinoamericano. Con el mundo en tensión y la economía intenacional en ascuas, pareciera que volverá un período sin calma a la región.

Este artículo es parte del newsletter exclusivo La Semana del pasado domingo 11 de diciembre de 2022, y ahora se comparte para todos los lectores.

América Latina parece estar nuevamente en un ciclo de inestabilidad política. En solo una semana, Argentina y Perú vivieron episodios que hicieron temblar los palacios gubernamentales de Buenos Aires y Lima.

En el caso de Argentina, se avizora una pugna política-electoral sin tregua para 2023, que es cuando habrá elecciones generales (octubre), marcada por el protagonismo que puede tener el Poder Judicial para inclinar la balanza entre el peronismo oficialista y la oposición de derecha que ve la chance de derribarlo. Se trata, por supuesto, del fallo condenatorio contra Cristina Fernández de Kirchner (CFK), la vicepresidenta del país, acusada de corrupción en licitaciones de vialidad en la provincia de Santa Cruz.

Para mayores detalles, sugiero ver mi artículo Condenan a Cristina Kirchner por corrupción: no iría a la cárcel y aliados acusan guerra judicial en su contra. donde se explica el abecé del caso y los principales elementos de contexto que permiten ver cómo el oficialismo en el poder intentará acusar la politización y prevaricación del Poder Judicial y la Fiscalía, para afectar el proceso electoral, tal como ya pasó contra Lula da Silva en Brasil, y cómo la oposición de derecha buscará dividir el oficialismo en torno a la controvertida figura de Cristina, quien de todos modos descartó presentarse como candidata. Todo, con el estigma de la corrupción como mar de fondo.

Al respecto, recomiendo dos artículos en las antípodas.

Por una parte, Cristina condenada: en la trilogía de la corrupción K, aún falta la última parte, del editor de El Clarín, Pablo Vaca, donde se sugiere que el caso 'Vialidad' por el cual condenaron a CFK podría abrir ramales a otros casos pendientes o cerrados, con lo que sugiere que la situación judicial de la vicepresidenta es más complicada de lo que parece. Cabe señalar que Clarín ha sido un actor político más en las últimas décadas, en su manifiesta, activa y más que editorial postura contra los gobiernos de Néstor Kirchner, CFK y Alberto Fernández.

Justamente, Página 12, por otro lado, aborda el caso que Alberto y Cristina quieren poner en la palestra, el cual muestra cómo se colude la oposición política con jueces, fiscales y empresarios, incluidos los de Clarín, para crear lo que llaman 'lawfare', que es una especie de 'guerra judicial' contra sus adversarios políticos: Los chats del lawfare: Cómo se gestó el discurso de Alberto Fernández y qué buscó, de Melisa Molina.  

El hecho de que estos dos eventos en Argentina y Perú se concentren en una semana, es tal vez sintomático de algo más grande; la inestabilidad general de América Latina, pues habría que considerar también en el fenómeno de largo plazo.

Lo de Perú es más dramático aún, aunque tal vez más simple.

Pedro Castillo, asediado por la oposición de derecha y la oligarquía limeña desde el día en que asumió la Presidencia del Perú -aunque también por errores propios y escándalos de corrupción en su sector-, quiso evitar que finalmente el Congreso lo destituyera en un tercer intento.

La fórmula que encontró fue un intento fallido de golpe de Estado, bajo el argumento de que los congresistas no respetaban los contrapesos institucionales para dirimir conflictos entre los dos poderes del Estado, en el que nada le resultó; en breves horas desde que declaró el cierre del Congreso, Castillo quedó completamente solo, acusado de intentar un autogolpe, y detenido en la Prefectura sin haber podido siquiera asilarse en la Embajada de México. Hoy, la pregunta es si alguna vez tuvo respaldo de los uniformados o no, o si estos lo tendieron una trampa, haciéndole creer que lo seguirían.

Al menos Castillo ha contado con el respaldo posterior, en cuanto el asunto del asilo y de su seguridad personal, del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el de Colombia, Gustavo Petro, el de Bolivia, Luis Arce, y el ex presidente del mismo país, Evo Morales, quienes presionan para que el ya ex presidente peruano pueda asilarse en Ciudad de México.

Respecto de la jornada de detención misma, recomiendo un artículo mío, en el que se explica la cronología y el contexto del dia en que Castillo perdió el poder; Pedro Castillo intenta un golpe, es destituído y lo detiene la policía, mientras asume Dina Boluarte, la primera presidenta del Perú.

La duda que se despejará con los días es quién es Dina Boluarte -sexto mandatario en cinco años-, la vicepresidenta de Castillo, quien llega al poder de una manera aún más inopinada que la de su antecesor, quien -casi desconocido para Lima- fue electo en 2021 básicamente por descarte y en contraposición a Keiko Fujimori, la hija del dictador Alberto Fujimori quien ha estado en prácticamente todas las segundas vueltas presidenciales del Perú desde 2011 cuando compitió con Ollanta Humala.

Al respecto varios medios han titulado con Quién es Dina Boluarte, pero la información es escasa y parcial, tal como pasó con el propio Castillo en su momento. De todos modos llama la atención que, después de reunirse con distintas bancadas, haya optado por encontrarse con el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, en el Palacio Pizarro.

Boluarte ya nombró un nuevo gabinete 'de unidad nacional', paritario, en el que hay algunos nombres que se repiten de los gobiernos de Castillo y Ollanta Humala, y hay independientes con trayectorias destacadas en sus ámbitos. Sin embargo, en puestos clave puso a ex funcionarios de Fiscalía y la Policía: Pedro Miguel Angulo Arana, un ex fiscal de Contigo, un partido disuelto, liberal en lo económico y conservador en lo político, quien es hoy el Presidente del Consejo de Ministros, y César Cervantes Cárdenas, ex comandante general de la Policía Nacional, como ministro del Interior.

Respecto de lo que viene, recomiendo este artículo de Ojo Público, Golpe, vacancia y nueva presidenta: una guía para entender el escenario político peruano, de Aramís Castro y Rosa Chávez Yacila, donde se explican los principales puntos a resolver del futuro inmediato.

Durante el siglo 20 una de las grandes preocupaciones que recaían sobre América Latina era su persistente inestabilidad política, la que se manifestaba de diversas maneras, como la conflictividad social, las disputas de las elites por el régimen político, la militarización y los golpes de Estado.

El hecho de que estos dos eventos en Argentina y Perú se concentren en una semana, es tal vez sintomático de algo más grande; la inestabilidad general de América Latina, pues habría que considerar también en el fenómeno de largo plazo; el golpe en Bolivia, la intervención estadounidense en Venezuela, y las protestas masivas en Chile, Ecuador y Colombia, todo en 2019; además del ciclo que va desde la destitución de Dilma Rousseff a la condena y liberación de Lula da Silva (entre 2015 y 2019) en Brasil; las derivas autoritarias de países centroamericanos como El Salvador y Nicaragua, y la crisis crónica de Haití.

¿Déjà vu?

Durante el siglo 20 una de las grandes preocupaciones que recaían sobre América Latina era su persistente inestabilidad política, la que se manifestaba de diversas maneras, como la conflictividad social, las disputas de las elites por el régimen político, la militarización y los golpes de Estado. El origen de esta característica, común al grueso de los países latinoamericanos, se atribuía a la historicidad del fenómeno político; desde la independencia en el siglo 19 no había sido posible frenar la inercia colonial, por lo que se produjeron diversos desfases respecto de los distintos proyectos de modernización, los que resultaron todos más o menos incompletos o fallidos.

Las dos últimas dos décadas del siglo 20 no parecieron hallar la cura contra este mal o enfermedad (es esa la metáfora que se empleó entonces), y las dos primeras parecen marcar una recaída.

La década del 80 se considerada como 'perdida' para América Latina, pues la región creció -entre 1981 y 1990- apenas entre un 3,8% y -1,9% en el periodo, con tres años de crecimiento negativo, lo que tuvo un impacto negativo de enormes proporciones en los indicadores sociales y de bienestar. Esto, producto principalmente de una enorme crisis de deuda externa en la región, que se produjo cuando la economía mundial entró en recesión a fines de los 70 -dada la segunda crisis del petróleo (1979), en la que aumentaron los precios del commodity en casi tres veces-, con lo que los países latinoamericanos simplemente no pudieron pagar sus compromisos. Paradojalmente, la deuda fue adquirida como dinero dulce, dada la enorme renta petrolera que se creó a partir de 1973, con la creación de la OPEP (y la primera crisis del petróleo), la cual inundó el mercado de inversión extranjera.

En los 90, la región se recuperó y entró las dinámicas posteriores al Consenso de Washington (1989) y el derrumbe de la Unión Soviética (1992), con una ola de privatizaciones de empresas públicas que explica -en gran parte- un crecimiento latinoamericano entre 5,4% y 0,5%, sin ningún año recesivo. Sin embargo, desde una perspectiva histórica no estaba claro si es que se iniciaba un ciclo de prosperidad producto de la apertura a los mercados internacionales, o solo había un efecto puntual producto de las medidas liberales que solo se podían hacer una vez, como las mismas privatizaciones.

La incapacidad de la política latinoamericana de crear reformas para cambiar las estructuras económicas, sociales e ideológicas de sus países, los que siguen caracterizándose -como siempre- por su desigualdad y por la cultura rentista de sus elites.

El optimismo se instaló en la primera década del siglo 21, pues el crecimiento fue -salvo los dos primeros años iniciales y 2009- por sobre el 5%, con un peak de 6,4% en 2009, dado que la región se integró a la dinámica de crecimiento de desenfrenado de China, país que consumía en cantidades ingentes los productos latinoamericanos de exportación, los que son principalmente -como siempre- commodities. Con esto todos los países de la región -sin importar el signo político de sus gobiernos, de la Venezuela de Hugo Chávez al Perú liberal postfujimorista- prosperaron, sacaron a millones de la pobreza y crearon una nueva -aunque frágil- clase media.

La década del 10 de este siglo, por el contrario, se caracterizó por un declive rápido del PIB regional, el cual se aceleró en esta década del 20 con la pandemia, registrando el mínimo histórico de -6,7 en 2020, desde que el Banco Mundial lo mide (a partir de 1961). Es durante este período en el que se han relacionado de manera peligrosamente copulativa el malestar social, la incapacidad de la región de crecer sostenidamente sin fuertes vientos de cola favorables de la economía mundial -dada sus estructuras económicas simples, de producción exportadora con poco valor agregado y que no han logrado encajar en plenitud en las industrias pujantes del conocimiento-, y la incapacidad de la política latinoamericana de crear reformas para cambiar las estructuras económicas, sociales e ideológicas de sus países, los que siguen caracterizándose -como siempre- por su desigualdad y por la cultura rentista de sus elites.

Otros artículos relevantes sobre el tema:

- En la Rosada dicen que se le abre una oportunidad a Alberto pero no creen que la aproveche, de Javier Laquidara en La Política Online.

- Las veinte mentiras de la causa Vialidad, por Cristina Fernández, en su sitio personal CFK Argentina,

- ¿De qué acusa la Fiscalía a Pedro Castillo y qué sabemos de la crisis en Perú? de CNN en Español.

- Perú: De los intentos de destituir a Pedro Castillo al abrupto desenlace, de Carlos Noriega en Página 12.

- El arresto de Castillo después del autogolpe fallido ¿qué viene después?. de Americas Quarterly, el medio del Council of Americas.

- El mensaje del golpe de Estado: Castillo buscaba apoyo de FF.AA. y Policía y reorganizar al sistema de justicia, donde aparece el discurso completo de Pedro Castillo en Ojo Público.



Los Más

Ya que estás aquí, te queremos invitar a ser parte de Interferencia. Suscríbete. Gracias a lectores como tú, financiamos un periodismo libre e independiente. Te quedan artículos gratuitos este mes.



Los Más

Comentarios

Comentarios

El gobierno neo-neoliberal de Boric no apoya a Castillo, por supuesto.

Es creativo al menos el sr.Boric, ya que introduce un nuevo concepto de neoliberalismo, algo solapado que engaña al elector. Sólo espero que la crisis de años en el Perú, se solucione pronto, por el bien de América latina.

Añadir nuevo comentario