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Viernes, 19 de Abril de 2024
A 30 años de su asesinato (Parte IV)

Tras las duras luchas por impedir la reforma universitaria, Guzmán se transforma en uno de los líderes contra la UP

Manuel Salazar Salvo

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Participando en el programa de televisión "A esta hora se improvisa"
Participando en el programa de televisión "A esta hora se improvisa"

Desde la Escuela de Derecho de la UC, Jaime Guzmán trata de impedir la reforma universitaria en la UC. Luego se suma a un grupo de economistas que preparan el programa del candidato Jorge Alessandri, ayuda a fundar la revista Qué Pasa y organiza la oposición a Salvador Allende.

Admision UDEC

La primera reforma universitaria se hizo a mediados de 1967 en la Universidad Católica de Valparaíso. Al bajar allí la presión de los estudiantes y profesores ésta se trasladó a la Universidad Católica de Santiago y se hizo casi insostenible cuando Miguel Ángel Solar, presidente de la FEUC, anunció que si el día 9 de agosto no era cambiado el prorrector Adamiro Ramírez, los alumnos actuarían de otro modo. El día 7 de agosto, el secretario general de la UC, Luis Felipe Letelier, anunció sorpresivamente por televisión las renuncias de todos los integrantes del Consejo Superior

Algunos directivos fueron a tratar de convencer al cardenal Raúl Silva Henríquez para que el sacerdote Egidio Viganó asumiera como prorrector. El cardenal deseaba que fuese un laico y propuso como alternativa al doctor Roberto Bobenrieth, director del Hospital Clínico. Hubo un principio de acuerdo, pero Bobenrieth pidió plenos poderes y el retiro temporal del rector Silva Santiago, exigencias que no fueron aceptadas por las autoridades de la UC.

En la tarde del jueves 10 de agosto, la FEUC reunió a su consejo general para votar el paro de los 6.500  alumnos del plantel, decisión que se impuso por 73 votos contra nueve. A la medianoche decenas de alumnos ocuparon la casa central.

Al otro día, el viernes 11, estudiantes de derecha, encabezados por Jaime Guzmán, Juan Luis Bulnes, Gerardo Arteaga, Julio y Diego Izquierdo, Sergio Gutiérrez Irarrázaval y Jaime Correa, intentaron retomarse la casa central ingresando a través de algunas dependencias traseras. La refriega fue intensísima. Los jefes de la toma, Fernando Lara y Carlos Montes, secundados por Harry Evans, un macizo estudiante de química que parecía boy scout con sus pantalones cortos y que hacía de jefe de los grupos de resistencia, aguantaron a pie firme el ataque.

En las horas siguientes llegó Miguel Enríquez, el líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, con varios de los miembros de la plana mayor de su grupo, para dialogar con Miguel Ángel Solar. También lo hicieron delegaciones de otros movimientos de izquierda, tan temidos como Espartaco, del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.

Ya de noche se reunió un grupo de estudiantes de Economía, Derecho y Agronomía de la UC en el Palacio Pereira para decidir las nuevas acciones a seguir. Se habían aglutinado en un Comité Antihuelga y coincidían en que había que desalojar el recinto, pero que no podían verse involucrados en pugilatos. Algunos sugirieron contratar a cargadores de La Vega o del Matadero Municipal. Jaime Guzmán llamó a la sensatez e impuso la calma. Prometió, para apaciguar a los más iracundos, que si fracasaban las instancias jurídicas para quebrar el movimiento de los huelguistas, recurrirían a la violencia, "incluso a las armas, si fuese necesario", como declaró a periodistas de la revista Ercilla.

El cardenal Silva convocó una semana después a los profesores de la UC y les pidió que designaran a una quina de personas para que el rector nombrara de entre ellas al nuevo prorrector. Los docentes eligieron a cinco personas, encabezadas por el arquitecto Fernando Castillo Velasco. Los alumnos, en cambio, no querían a Castillo. Deseaban que fuese el padre Viganó.

Raúl Silva extremó sus gestiones, hasta lograr convencer a las partes. Sin embargo, la molestia del rector y del Consejo Superior eran evidentes; tanto que en los días siguientes renunció la mayoría, buscando provocar una crisis que paralizara a la Universidad Católica y que llevó finalmente al cardenal a forzar la salida del rector Silva Santiago.

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JAR y Guzmán
JAR y Guzmán

Algunos de los miembros del Consejo eran Julio Philipi, Salvador Lluch Soler, Carlos Vial Espantoso, Carlos Infante Covarrubias, Enrique Evans de la Cuadra, Sergio de Castro Spikuka, Carlos del Solar, Juan de Dios Vial Correa, Jorge Medina y Enrique Serrano Viale-Rigo.

Finalmente, el 7 de septiembre, El Vaticano nombró como rector de la UC a Fernando Castillo Velasco.

El episodio vivido durante esas semanas tuvo mucho que ver en los frecuentes enfrentamientos que tuvieron en las décadas siguientes el cardenal Raúl Silva y Jaime Guzmán, quien había surgido como el candidato del gremialismo a la presidencia de FEUC, siendo derrotado en aquella ocasión por el demócrata cristiano Rafael Echeverría.

El historiador Jaime Eyzaguírre invitó un día a un grupo de profesores de la Universidad Católica para formar un centro de estudios que enfrentara al Centro de Estudios de la Realidad Nacional, Ceren, que había creado el rector Fernando Castillo Velasco y que empezaba a aglutinar a los más connotados intelectuales de los grupos reformistas, dirigidos por José Joaquín Brunner y Manuel Antonio Garretón.

Eyzaguirre creía que había que organizar un seminario o una serie de jornadas de reflexión donde participaran expertos en derecho, en historia, en periodismo y en otras disciplinas, pero luego fue surgiendo la idea de tener un espacio de reflexión permanente a través de una publicación. Veían con temor cómo la UC estaba siendo penetrada por las ideas políticas y deseaban crear algunos centros de influencia independientes, al margen del financiamiento estatal.

Varios de los académicos convocados no se conocían, aunque muy pronto notaron que estaban de acuerdo en la mayoría de los temas que abordaban. Las reuniones empezaron a hacerse periódicas pero fueron dramáticamente interrumpidas en septiembre de 1968 por la muerte de Eyzaguirre en un accidente automovilístico. Fue un golpe muy duro, pues Eyzaguirre había sido el maestro de casi todos los que acudieron a su llamado. En las semanas siguientes Julio Philippi, que también era profesor de derecho de la UC, los volvió a reunir y los instó a seguir trabajando.

Aparecen los economistas

A fines del 68 se incorporó un grupo de economistas; entre ellos Pablo Barahona y Emilio Sanfuentes, integrante del Centro de Estudios Socioeconómicos, CESEC, una instancia vinculada al grupo económico de Agustín Edwards. Las reuniones se siguieron efectuando en distintas casas. Las más frecuentadas eran las de Javier González Echeñique, quien luego fuera presidente de la Academia de la Historia, y la de Emilio Sanfuentes. Otras veces se efectuaban en el Club de La Unión o en el propio CESEC.

También se citaban en las oficinas del CICIP, otro centro de estudios donde participaban empresas estadounidenses y chilenas.

Cristián Zegers, años después director del diario La Segunda y de El Mercurio, habló un día con su amigo Hermógenes Pérez de Arce y le contó lo que estaban haciendo.

- Podríamos hacer la revista en tu imprenta. ¿Por qué no te incorporas a las reuniones?-, le dijo.

En diciembre salió la revista Portada, dirigida por Gonzalo Vial.

Sólo cuatro de los artículos incluidos estaban firmados. Eran de Julio Philippi, del constitucionalista Guillermo Bruna, de Jaime Martínez Williams y del empresario Ricardo Claro Valdés.

En el segundo número escribieron con sus firmas Jaime Guzmán, Alejandro Silva Bascuñán y Hugo Tagle. Otro de los importantes era Fernando Silva Vargas, más tarde secretario de redacción de El Mercurio. También estaban Mario Urzúa, Víctor Manuel Muñoz, Patricio Prieto y Joaquín Villarino. Todos eran discípulos de Eyzaguirre, de derechas, católicos practicantes y sin militancia política.

Pese al traspié de la toma, a fines de 1968 el movimiento gremial ya estaba constituido en toda la Universidad Católica. Ernesto Illanes era el presidente del centro de alumnos de Economía; Sergio Gutiérrez, de Derecho; y, Juan Manuel Fuenzalida, de Construcción Civil.

Guzmán seguía viviendo frente al Parque Forestal, donde frecuentemente invitaba a comer a estudiantes y a profesores de la UC. Sergio De Castro, uno de sus interlocutores habituales era un brillante economista de ideas neoliberales que había llegado a ser decano de la Facultad de Economía y que preparaba junto a otros profesionales un programa económico de gobierno para la derecha.

En las elecciones del 24 de octubre de 1968, llevando a Ernesto Illanes como candidato a la presidencia de la FEUC, los gremialistas consiguieron 2.311 votos contra 2.197 del Movimiento 11 de Agosto, conocido también como Movimiento de la Reforma.

Muchos integrantes de la Democracia Cristiana Universitaria votaron por los gremialistas y en contra del sector rebelde de la Democracia Cristiana.

En enero de 1969, en vísperas de las elecciones parlamentarias de marzo, Jaime Guzmán, Jovino Novoa y otros quince jóvenes de derecha viajaron a Concepción para trabajar en la campaña senatorial de Francisco Bulnes Sanfuentes, instalándose en una pensión desde donde diariamente salían a realizar actividades proselitistas en el puerto de Talcahuano. Algunos dirigentes de la derecha habían desafiado a Bulnes para que luchara por un sillón senatorial en Arauco y Biobío, zonas donde la izquierda y la democracia cristiana eran muy fuertes. Bulnes no se amilanó. Por el contrario, reunió a un grupo de entusiastas colaboradores y bajo la consigna "Concepción se merece un Bulnes", partió hacia las tierras penquistas a luchar por un cupo en el Parlamento, meta que alcanzó holgadamente.

Ese mismo año se reformaron los planes de estudio de la Escuela de Derecho de la UC, nombrando una comisión que presentó un informe a la facultad. Uno de los que participó con más entusiasmo fue Guzmán, que recién había sido nombrado profesor titular. En la misma escuela surgió también un frente de estudiantes de izquierda, que no eran más de una docena y que· estaban encabezados por Enrique Díaz, Pedro Aravena y Juan Manuel Valle.

En 1970, poco antes de las elecciones presidenciales, Guzmán dijo a Mario Urzúa, dirigente del Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista, MRNS, que le gustaría entrar en conversaciones más profundas con ese grupo en función de "nuestras afinidades corporativistas".

Tras las elecciones y junto con el advenimiento de la UP, se eligió una nueva directiva gremialista de la FEUC, quedando integrada por Tomás Irarrázaval, como presidente; Raúl Lecaros, tesorero, Miguel Kast, secretario; y Jaime Grisanti, Hernán Larraín, Eduardo Rodríguez, Luis Monge, Blanca Arthur, Cecilia Sommerhof y Andrés Valdivieso, de vocales. En su programa, decían:

- El Movimiento Gremial afirma como base fundamental de su pensamiento que la naturaleza de la Universidad es ajena a cualquiera concepción política o ideológica, porque tiene como causa su propia y específica finalidad, que es universal y permanente. Dicha finalidad está constituida por el conocimiento y la difusión de la verdad, que hacen de la investigación y de la docencia los objetivos básicos del quehacer universitario. De su finalidad y de su campo de acción la Universidad obtiene su auténtica definición que, como resulta evidente, excede a cualquiera concepción ideológica. Por lo tanto, el Movimiento Gremial rechaza categóricamente la existencia de una idea socialista, democratacristiana o nacional de la Universidad.

Llega la Unidad Popular

El anochecer del 4 de septiembre de 1970 fue tenso. En todas partes se seguían de cerca los escrutinios de las mesas electoras que minuto a minuto entregaban las radioemisoras.

Desde temprano, en el comando del candidato demócrata cristiano Radomiro Tomic las caras se habían empezado a alargar. Todos los indicadores apuntaban a que los cómputos se inclinaban decididamente en favor de Jorge Alessandri y de Salvador Allende. Entre ellos sería la lucha final por el triunfo.

Una llamada telefónica de un dirigente demócrata cristiano alertó esa noche a Rafael Tarud en el comando de la Unidad Popular:

- ¡Allende tiene que proclamar ahora el triunfo; si no lo hace los van a engañar en los votos! En los minutos siguientes el doctor Salvador Allende se proclamó vencedor.

Cuando el resultado pareció definitivo, pese a lo estrecho, Jaime Guzmán se trasladó a la casa de Guillermo Arthur, donde se reunirían varios de los más importantes dirigentes del comando alessandrista. La preocupación se notaba en las caras de los presentes mientras trataban de explicarse la derrota y de buscar alguna forma de revertir el veredicto de las urnas.

Los teléfonos de las comunas más acomodadas de Santiago no dejaban de sonar. Una sensación de pánico colectivo cundía en la mayoría de los hogares de la derecha chilena. En las horas siguientes muchos venderían sus casas, sus departamentos o sus automóviles a precios irrisorios y saldrían como en una estampida hacia el extranjero. Creían que en las semanas próximas se instauraría la dictadura del proletariado y se empezaría a fusilar o a enviar a campos de concentración a los disidentes.

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Trataba de jugar tenis y fútbol
Trataba de jugar tenis y fútbol

La noche siguiente al triunfo de Allende, los integrantes de la revista Portada se reunieron en la casa de Jaime Martínez Williams. Una de las ideas que concibieron fue editar una revista que entrara activamente en la política. Pensaban que la lucha ideológica sería determinante en el curso que tomarían los acontecimientos. Acordaron también fundar una oficina de información periodística con sede en Buenos Aires, desde donde se pudiera seguir lo que estaba pasando en Chile, pues suponían que la corriente socialista llegaría pronto a otros países del continente.

El periodista Andrés Aburto –que años después sería director de El Mercurio de Valparaíso- viajó a la capital argentina para auscultar las posibilidades de establecer un centro de estudios donde participaran todos los miembros de la revista Portada. La iniciativa había surgido más producto del nerviosismo que de la reflexión. Varios incluso habían pensado seriamente en abandonar el país. El propio Guzmán salió por unos días a Buenos Aires, pero retornó antes de una semana. A mediados de septiembre, todos los intranquilos hombres del equipo de Portada, habían decidido quedarse en Chile.

En la Escuela de Derecho de la Universidad Católica, los alumnos gremialistas interpelaban diariamente a los jóvenes del Partido Nacional y a los escasos demócratas cristianos, mientras efectuaban urgentes trámites para congelar sus estudios y salir de Chile junto a sus familias.

El 7 de septiembre, uno de los más cercanos amigos de Jaime Guzmán, el joven abogado Jovino Novoa, fue padre. Su esposa tuvo un parto complicado y requirió de una operación cesárea. Novoa se decidió a abandonar Chile para dedicarse a su familia. En Argentina haría todo lo que pudiese para ayudar en cualquier iniciativa destinada a frenar a Allende.

A mediados de septiembre algunos de los integrantes de la revista Portada acudieron a una reunión en una oficina del economista Emilio Sanfuentes, ubicada en los altos del Café Santos, el tradicional local situado en el subterráneo de Ahumada 312. Allí los esperaban varios de los integrantes de una revista de economía que había quebrado y cuyo gerente era el ingeniero agrónomo Paul Aldunate. Se trataba de concretar la idea de fundar un medio de prensa influyente en el área política.

El historiador Gonzalo Vial insistió con entusiasmo en la necesidad de sacar una revista más informativa, que se preocupara de los temas contingentes, que fuese un ariete ideológico y, a la vez, una eventual reserva si la Unidad Popular arremetía en contra de El Mercurio. Les preocupaba un indicio: Agustín Edwards, dueño del influyente periódico, había abandonado Chile pocas horas después de advertir el inminente triunfo de la Unidad Popular.

En los días siguientes el grupo gremialista trabajó en los detalles y mecanismos necesarios para fusionar las dos revistas. El acuerdo lo tomaron Aldunate, Jaime Martínez y Joaquín Villarino, asesorados por Francisco Bulnes Ripamonti. La revista Portada se había estado imprimiendo en la Editorial del Pacífico, pero se requería una alternativa más barata y segura.

Los editores acudieron entonces al abogado Hermógenes Pérez de Arce, que escribía en El Mercurio y hacía comentarios a través de la Radio Agricultura. Él tenía una pequeña imprenta en su casa donde podía imprimirse la nueva publicación. Pérez de Arce se mostró entusiasmado con el proyecto y accedió a incorporarse al trabajo. La iniciativa fue poco a poco conocida en diversos ámbitos empresariales y políticos, y crecieron los donativos y el interés por colaborar. La imprenta se expandió, se compraron nuevas maquinarias y hubo que cambiarse a otro local pues la casa de Pérez de Arce se hizo estrecha.

Emilio Sanfuentes era el gestor financiero, apoyado por Hernán Cubillos y Roberto Kelly, hombres muy vinculados al conglomerado de empresas Edwards y a la Armada. Empezaron a colaborar profesionales provenientes de las diversas vertientes de la derecha: liberales como José Garrido o Francisco Orrego Vicuña; nacionalistas que habían trabajado con Carlos Ibáñez del Campo y colaborado con Jorge Prats, como el mismo Gonzalo Vial, Mario Arnello y Ricardo Rivadeneira; o empresarios como Ricardo Claro, en cuyo estudio solían realizarse algunas reuniones.

Jaime Guzmán también se incorporó al grupo, aunque asistía irregularmente a sus reuniones. Estaba más interesado en la acción política que en las ideas, y había comenzado a establecer contactos con profesionales, pequeños y medianos empresarios, dirigentes sindicales y estudiantiles, agricultores, ganaderos, transportistas y un amplio abanico de personas que estaban dispuestas a oponerse a la Unidad Popular.

Le atrajo el decidido discurso del abogado Pablo Rodríguez Grez, que estaba convocando a incorporarse al Movimiento Nacionalista Patria y Libertad para impedir que el Congreso Pleno ratificara el triunfo de Allende. Los presentó el ingeniero Eduardo Boetsch, uno de los más fervientes partidarios de Jorge Alessandri, que conocía a Guzmán desde hacía varios años y que había servido de puente de plata para que el joven líder gremialista se transformara en un asiduo visitante al departamento que "Don Jorge" tenía en la calle Phillips.

La amistad entre Boetsch y Guzmán databa de 1965, cuando Enrique Ortúzar Escobar había llevado a Guzmán y a otros estudiantes de la Universidad Católica a una oficina ubicada en la calle Bandera, a pocos pasos de la Alameda Bernardo O’Higgins, para convocarlos a trabajar para una nueva candidatura de Jorge Alessandri. Ortúzar era uno de los hombres más cercanos al ex-mandatario, a quien había servido en las más importantes carteras ministeriales durante el período 1958-1964.

En noviembre de 1965, Guzmán era uno de los centenares de entusiastas admiradores de Alessandri congregados frente al departamento del ex mandatario para pedirle a gritos que se que incorporara más activamente a la política. A partir de entonces, no se alejaría de la figura de Alessandri, llegando incluso años después a imitar el uso casi constante de la bufanda y algunos gestos característicos del ex-gobernante.

Cinco años después, en los albores de la Unidad Popular, Boetsch, Guzmán y Pablo Rodríguez compartían su desazón por el triunfo de Allende. Rodríguez, quien fuera un entusiasta partidario de Allende en la elección anterior, cuando era un destacado estudiante de Derecho, había conocido a Alessandri a fines de 1969 y más tarde se incorporó al equipo de asesores legales de su comando presidencial. En las semanas previas a la elección trabajó en la instrucción de los vocales y apoderados que participarían en las mesas de sufragios. El 4 de septiembre, temprano, el comando alessandrista lo designó junto al abogado Jorge Ovalle, dirigente de la Democracia Radical, como representantes de la candidatura de "Don Jorge" en un foro que se transmitiría cerca de las 23 horas por las pantallas del Canal 13 de televisión.

Ovalle no llegó al programa y Rodríguez se enfrentó al socialista Erich Schnake, al mapucista Alberto jerez y al comunista Jorge lnsunza. Cuatro demócrata cristianos -Luis Maira, Renán Fuentealba, Juan Hamilton y Luis Badilla-, se retiraron a los pocos minutos del inicio luego de leer una declaración de Tomic donde pareció muy claro que reconocían el triunfo de Allende.

En la mañana siguiente se informó que Allende había ganado por casi 40 mil votos, sin alcanzar la mayoría absoluta. Ese resultado obligaba a que el día 24 de octubre, el Congreso Pleno ratificara, el triunfo de Allende o eligiera presidente al candidato que había resultado segundo. Alessandri declaró que si el Congreso Pleno lo designaba presidente, él renunciaría para que se efectuase una nueva elección. En la derecha surgió una luz de esperanza. Si Alessandri era nominado por el Congreso y luego renunciaba, asumiría el gobierno el presidente del Senado y llamaría a una nueva elección a la cual podría postularse Freí.

Pablo Rodríguez y un grupo de profesionales, entre los que estaban los abogados Carlos Cruz Coke, Miguel Ángel del Mauro, Eugenio García, Jorge Villalobos y Edgardo Gundián, decidió jugarse por esta alternativa. También estaban Roberto Zúñiga, Eduardo Díaz, Oscar y Jorge Erlansen, Celso Ferrada, Luciano Morgado, Héctor Durán y el secretario general de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, Sergio Gutiérrez, otro de los mejores amigos de Jaime Guzmán.

El 10 de septiembre, Rodríguez convocó a una rueda de prensa y anunció la creación del Movimiento Cívico Nacional Patria y Libertad, destinado a promover una nueva elección. En parte de una extensa declaración, el nuevo grupo expresó:

- Los partidos políticos de raigambre democrática, entre los que contamos al Partido Nacional, al Partido Radical y a la Democracia Cristiana, han sido incapaces de aunar sus esfuerzos en pro de la preservación de la libertad, arrastrándonos, por vanas y circunstanciales rencillas, al peligro inminente de un totalitarismo marxista.

Ese planteamiento era compartido por Jaime Guzmán y los jóvenes gremialistas, que se sumaron a dos reuniones masivas efectuadas a fines de septiembre en un teatro del barrio Independencia y en el Estadio Chile. El entusiasmo, sin embargo, se enfrió bruscamente el 19 de octubre, cuando Jorge Alessandri emitió una declaración pública llamando a no votar por él en el Congreso y hacerlo por Allende. El anuncio se produjo después de una reunión con el candidato socialista, en la que resultó evidente que su preocupación central era el destino de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, que presidía y que era propiedad de lo que entonces se llamó el "clan Alessandri-Matte".    .

Tres días después, el 22 de octubre, Chile se estremeció al conocerse el fallido secuestro del comandante en jefe del Ejército, general René Schneider, que concluyó trágicamente cuando el oficial intentó defenderse y fue asesinado.

Pablo Rodríguez disolvió su movimiento luego de que el Congreso Nacional ratificara la elección de Allende, pero lo hizo resurgir seis meses después, el 10 de marzo de 1971, tratando de reagrupar fuerzas para enfrentar las elecciones municipales previstas para el 4 de abril. ASÍ, el nuevo Frente Nacionalista Patria y Libertad, FNPL, irrumpió como una alternativa a los partidos políticos para enfrentar a la UP. En una reunión masiva que tuvo el carácter de fundacional realizada el 1 de abril en el Estadio Nataniel, el FNPL, se lanzó a la vida política. Los oradores de fondo fueron los abogados Pablo Rodríguez y Jaime Guzmán.

Las tardes en Malloco

Los sábados, puntualmente a las cinco de la tarde, llegaban los invitados de Jorge Alessandri a su chacra de Malloco para tomar onces. Eran nueve personas: Arturo Matte Larraín y su esposa, Esther Alessandri Rodríguez; Ernesto Pinto Lagarrigue y su esposa, Luciana Claude; Hugo Rosende Subiabre y su esposa, Marta Álvarez; Eduardo Boetsch García Huidobro y su esposa, María Eugenia Salas; Elena Larraín Vda. de Droguett; y, Jaime Guzmán Errázuriz.

La reunión se extendía hasta las ocho y en ella se analizaban los problemas más acuciantes de la realidad política y social del país. Todos los presentes eran verdaderas columnas del pensamiento conservador chileno y por las venas de varios de ellos corría la sangre de numerosos presidentes del país, en más de siglo y medio de vida republicana. Cada reflexión sobre la historia política o económica estaba respaldada por la experiencia de sus ancestros, por el conocimiento práctico de los negocios y el influyente entramado de sus respectivas familias.

En esas reuniones sabatinas surgieron varias de las principales ideas para aglutinar a los gremios y conseguir que se movilizaran en contra de Allende. Allí también, Jaime Guzmán consiguió valiosos consejos y mucha ayuda para sus apariciones en el programa de televisión “A esta hora se improvisa".

Su papel consistía en coordinar a los aproximadamente diez grupos que empezaron a organizarse para preparar poco a poco la paralización del país. Había comprendido que el camino elegido por Pablo Rodríguez y Patria y Libertad no era el más adecuado. Con balas y dinamita no lograrían convencer a las Fuerzas Armadas de que era imprescindible detener el marxismo. Serían las mujeres, los empresarios, los profesionales, los que podrían inclinar a la mayoría de la oficialidad uniformada a involucrarse en la movilización en contra de la Unidad Popular.

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Excelente entrevista con Rosa Cartileo, candidata mapuche a la Convencion Constituyente!

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