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Jueves, 17 de Julio de 2025
Efecto en la oposición

Bolsonarofobia

Camila Higuera (desde Quintero-Puchuncaví)

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Interferencia
Interferencia

Jair Bolsonaro estará en suelo chileno tan solo tres días, en los cuales asistirá a la primera cumbre de Prosur y a una serie de instancias que contemplan honores del Estado. Tiempo suficiente como para despertar a una alicaída oposición que -esta vez- se articuló para repudiar la presencia del ultraderechista presidente de Brasil.

Cuando Jair Bolsonaro asumió como presidente de Brasil el 1 de enero de este año, no pensó que en tres meses de gobierno sería calificado como el mandatario menos favorito de los últimos 24 años de su país, según Ibope. Acorde a la medición, de enero a marzo su índice de aprobación cayó desde un 49% a un 34%, es decir, en 15 puntos. Tampoco pensó que la desaprobación de su gestión traspasaría las fronteras.

Si bien en Chile no existen encuestas que midan la popularidad de Bolsonaro, la llegada de éste durante la tarde del jueves, dejó en evidencia que su figura es non grata en un amplio sector político y social. 

Cuando se conoció que pisaría suelo nacional, de inmediato comenzó la agitación en contra. La Asociación de Familiares de Ejecutados Políticos, la Coordinadora Nacional de Migrantes y agrupaciones LGBTI y feministas, convocaron a una serie de manifestaciones y protestas opositoras.

Luego, uno a uno, los congresistas opositores fueron bajándose de las actividades organizadas por el gobierno chileno.

Bolsonaro viene a la primera cumbre Prosur -una controvertida organización multilateral sudamericana recientemente creada ahora que gobierna una mayor cantidad de presidentes derechistas, para dar de baja a Unasur, que fue creada por el ex presidente Venezolano, Hugo Chávez- elemento que ha tendido también a politizar aún más la presencia del mandatario brasileño.

De hecho, este es probablemente el evento de caracter internacional sucedido en Chile que mayor polvo ha levantado en la política local, tal vez desde la visita de Fidel Castro al Chile de Salvador Allende. Así, la discusión de la políticas exterior ha pasado de los salones y la "alta política" preocupada del "interés general" (si es que esto alguna vez fue cierto), al área chica de la actividad, con marchas, dimes y diretes, desaires y críticas por la prensa.

Al final, el resultado en Chile va siendo un deslucido Prosur -que presume de ser desideologizado y desburocratizado, pero que suma una entidad multilateral más a una región que tiene más instancias de estilo que países- que no cuenta con un consenso nacional.

Cabe mencionar que Bolsonaro dijo en 1998 a revista Veja que Augusto Pinochet "debió matar más gente". También el presidente brasileño ha tenido palabras de desprecio para mujeres y homosexuales. Ahora último, las investigaciones por la muerte de la activista LGTB Marielle Franco ocurrido en marzo de 2018, apunta a la participación de Flávio Bolsonaro, senador por Rio de Janeiro, e hijo del presidente brasileño. 

El milagro político

Pero la bolsonarofobia también parece provocar milagros políticos. Su llegada despertó a una oposición que ha estado desconcertada y desarticulada, generando una convicción transversal respecto de la necesidad de rechazar públicamente la presencia de Bolsonaro en Chile. Un gesto de unidad que no se había visto en lo que va del actual mandato de Sebastián Piñera.

Esto era esperable del Frente Amplio y del Partido Comunista, pero incluso los partidos más conservadores, como la Democracia Cristiana o el PPD, rechazaron la presencia del presidente de ultraderecha del país más grande y poderoso de Sudamérica.

La situación se convirtió rápidamente en una controversia y llegó hasta La Moneda.

Luego de que Piñera y Cecilia Morel extendieron una invitación a 90 personas para un almuerzo en la casa de gobierno, en el que estará presente el mandatario brasileño, las respuestas de rechazo cayeron una a una. Todos los parlamentarios de izquierda y de centro se restaron de la instancia. Pero el gesto que más destacó provino de los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, Jaime Quintana (PPD) e Iván Flores (DC), púes se trata de representantes de un poder del estado -el legislativo- que se restan de un acto oficial.

En el caso de Flores, justificó su ausencia para dar una "señal política", pues Bolsonaro "ha tenido tristes declaraciones respecto a situaciones que claramente rayan en lo homofóbico y xenofóbico". 

Quintana, por su parte, habló de "convicciones políticas" como la razón para declinar la asistencia al evento con Bolsonaro. “Reitero lo que he planteado en varios medios: Para la inmensa mayoría de nuestro país, los admiradores de Pinochet no son bienvenidos en Chile“, escribió en Twitter posteriormente.

La negativa al almuerzo se amplificó también como tema luego de que la diputada Maite Orsini (RD) denunciara el protocolo de vestimenta exigido a las mujeres (se les pedía ir con "vestido corto") y criticara que se recibiera con honores a un presidente xenófobo y machista. Si bien el criterio de protocolo es antigüo y se usa para diferenciar las galas ("vestido largo") y ha sido usado incluso por Michelle Bachelet, la polémica puso más focos sobre un evento que cada vez parece un desarire. 

Mientras que el diputado del Partido Humanista, Tomás Hirsch, en entrevista con The Clinic declaró que “no estoy dispuesto de ninguna manera a compartir la mesa con un fascista, populista, violento, peligroso para la democracia en América Latina”.

Pamela Jiles, diputada del Frente Amplio, en conversación con CNN criticó la mala estrategia del gobierno al recibir con tanta espectacularidad a una figura de este tipo. “Con lo que le ha costado al presidente Piñera deshacerse de su imagen de pinochetista, viene a tirar eso por la borda recibiendo a un personaje deleznable como es Bolsonaro”.

Además, la jornada del viernes comenzó temprano para los voceros de la Mesa Nacional del Frente Amplio, quienes llegaron en bloque hasta la oficina de partes de La Moneda para entregar una carta al Presidente Sebastián Piñera solicitando que el presidente Jair Bolsonaro sea declarado como persona non grata y que se cancele el acto en la casa de gobierno.

Entre los otros parlamentarios que negaron la invitación se encuentran Carmen Hertz (PC), Vlado Mirosevic (FA), Pablo Vidal (RD), Matías Walker (DC) y Alfonso de Urresti (PPD). Además, se sumó el ex Canciller, Heraldo Muñoz (PPD).

Tampoco las críticas del oficialismo hiceron demasiada mella, las que apuntaron a que Bolsonaro, más allá de su persona, representa a Brasil, un importante socio comercial de Chile, y el estado más poderoso de la subregión. Pero, el recuerdo de una Europa que toleró al Adolf Hitler de la Alemania de antes de la II Guerra Mundial, fue suficiente como para conjurar el argumento.

El rechazo que ha despertado la llegada de Bolsonaro no se veía desde noviembre del 2004, cuando en el contexto de la APEC, George W. Bush visitó el país siendo el presidente de Estados Unidos y que también despertó movilizaciones en contra. Tal como Bolsonaro, el ex mandatario estadounidense era una figura que provocaba rechazo internacional, por sus avanzadas militares en Afganistán e Irak.

Así y todo, ni siquiera Bush logró un rechazo similar al de Bolsonaro.



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