Para los nacionales, el lugar para que sus dirigentes observasen los acontecimientos fue la casa del diputado Gustavo Alessandri. A ella llegaron: primero, el presidente del Partido, senador Sergio Onofre Jarpa, y su secretario general, Engelberto Frías. Ellos contaron que al recibir la primera noticia se sintieron sorprendidos. A las diez de la mañana, ya estaba reunida toda la directiva.
La sesión, casi informal, se hizo sobre la base de conjeturas. Para la mayoría, en ese momento se trataba de un autogolpe. Un dirigente lo explicó: "Es que, como golpe, estaba demasiado mal hecho. Los militares estudian estrategia. Hasta al más lerdo civil se le habría ocurrido tomarse las radios. ¿Y por qué La Moneda, cuando es sólo un edificio con más teléfonos y citófonos, y donde ni siquiera estaba Allende? ¿No querría el gobierno someter al país a una tremenda carga emocional que llevase a una erupción, que luego conjuraría para fortalecerse, apretar su aparato de represión y abrir paso al "poder popular"?
Claro que este cuadro se le presentaba al PN, mientras su directiva sesionaba escuchando el tableteo de las ametralladoras y el grito seco de los cañones. Después, prefirió no emitir juicio alguno.
Cuando el PN supo la petición de Estado de Sitio, su Comisión Política sesionó en el Senado y, por unanimidad, resolvió no darle ninguna nueva facultad al Ejecutivo. Los legalistas dijeron que incluso el proyecto estaba mal redactado y contenía disposiciones anticonstitucionales.
El Partido Nacional -antecedente "filosófico" de Renovación Nacional- les abonó el terreno a los golpistas el 17 de junio, declarando que “el señor Allende ha dejado de ser el Presidente constitucional de Chile” porque su mandato sería ilegítimo.
A las cinco de la tarde del viernes, el presidente de la DC, senador Aylwin, le informó al senador Francisco Bulnes su conversación telefónica con Allende. Posteriormente, le hizo saber que la DC no daría el Estado de Sitio. Bulnes informó de todo a la directiva del PN.
El Partido Nacional -antecedente "filosófico" de Renovación Nacional- les abonó el terreno a los golpistas el 17 de junio, declarando que “el señor Allende ha dejado de ser el Presidente constitucional de Chile” porque su mandato sería ilegítimo.
El 28 de junio, víspera del tanquetazo, en una inserción pública PN aseguró que “la acción de las FF.AA. ha sido eficaz al impulsar el desarrollo de las naciones en que se han hecho cargo del gobierno”.
En la Democracia Radical y en el PIR se mantuvo el mismo criterio adverso al Estado de Sitio. Así la oposición logró la unanimidad.
Allende llama a la defensa “con armas o con lo que puedan”
A las 8.15 de la mañana del viernes el presidente Allende fue informado de la intentona. Carabineros lo comunicó a su residencia de Tomás Moro. Media hora después, llegaron los tres comandantes en jefe y el director subrogante de Carabineros pues el titular, el general Sepúlveda, se encontraba en Europa. Al mismo tiempo, fueron entrando los jefes de los partidos de la UP. A las 8.55, el subsecretario del Interior, Daniel Vergara, quien había llegado a La Moneda poco después de las ocho, le informó: "Compañero presidente, tenemos tanques aquí, frente a La Moneda". Un instante después le agregaba: "Están disparando".
La primera medida que se adoptó fue reforzar la guardia de Tomás Moro con tanquetas de Carabineros. Los jefes de las Fuerzas Armadas estaban comunicándose con las diversas unidades para detectar las proyecciones del golpe.
Había nerviosismo en los políticos, porque en esos primeros momentos se creía que el alzamiento del Regimiento Blindado N° 2 podía no ser una acción aislada.
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Las escasas noticias eran contradictorias y alarmantes.
Fue en ese clima tenso cuando el presidente Allende habló por primera vez a través de las radios. Refirió que un grupo se había levantado en armas y pidió al pueblo salir de sus casas, a defender su gobierno “con armas o con lo que puedan”.
Pero las noticias que iban recibiendo los jefes de las Fuerzas Armadas empezaron a levantarles el decaído ánimo a los personeros de la UP. El Buin en completa calma. El Tacna, todo normal. La Escuela de Paracaidistas, igual. La Escuela de Suboficiales, en orden. La Aviación, la Armada...
El 28 de junio, víspera del tanquetazo, en una inserción pública PN aseguró que “la acción de las FF.AA. ha sido eficaz al impulsar el desarrollo de las naciones en que se han hecho cargo del gobierno”.
Ya con el alma en el cuerpo, y comprendiendo que las Fuerzas Armadas podían perfectamente controlar la situación, Allende hizo su segunda intervención por radio. Esta vez pidió a los trabajadores tomarse las fábricas y concentrarse en sus lugares de trabajo, esperando las instrucciones. Los instó a no viajar al centro y a mantenerse alejados de los sucesos, permitiendo a las Fuerzas Armadas la reducción de los sublevados.
Desde un comienzo, el general Carlos Prats estimó que ésa era tarea exclusiva del Ejército. Si un grupo estaba mancillando la tradición de la institución, debía ser el mismo Ejército el que la limpiase. Prats se preocupó de todo el aspecto militar, de sofocar el cuartelazo, manteniéndose ajeno a todo lo que en esos mismos minutos decidía el frente político.
Prats se hizo cargo personalmente de todas las medidas militares. Tuvo en su favor un hecho significativo: el Cuerpo de Generales se demostró muy unido y dispuesto a colaborar con su comandante en jefe en todo lo que él dispusiera.
Dispuso que las tropas de la Guarnición de Santiago ocuparan coordinadamente posiciones en los alrededores del lugar de la sedición. Había que ir rodeándolo. No sólo dio órdenes por teléfono, sino que personalmente llegó hasta la Alameda con San Ignacio, acompañado de dos oficiales de su Estado Mayor. Luego, a pie, se acercó a cuatro de los tanques amotinados que estaban en la Alameda, cercanos a la plaza Bulnes, y los fue conminando a que se rindiesen.
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Una vez que el general Prats resolvió el problema militar y se hubiese rendido el último de los sublevados, Allende partió a La Moneda desde Tomás Moro.
Un dirigente de la. UP confidenció: "En ese momento aún disparaban francotiradores desde lo alto de los edificios, pero a él no le importó. Incluso, quiso dirigirse a La Moneda a las nueve de la mañana, y el general Prats lo disuadió. Allende demostró muchos cojones. Tuvo gran capacidad de decisión y se habría jugado la vida".
Ya en La Moneda, Allende decidió pedir el Estado de Sitio y convocar al Consusena.
A las 8.15 de la mañana del viernes el presidente Allende fue informado de la intentona. Carabineros lo comunicó a su residencia de Tomás Moro. Media hora después, llegaron los tres comandantes en jefe y el director subrogante de Carabineros pues el titular, el general Sepúlveda, se encontraba en Europa. Al mismo tiempo, fueron entrando los jefes de los partidos de la UP. A las 8.55, el subsecretario del Interior, Daniel Vergara, quien había llegado a La Moneda poco después de las ocho, le informó: "Compañero presidente, tenemos tanques aquí, frente a La Moneda". Un instante después le agregaba: "Están disparando".
La UP esgrimió las siguientes razones para el Estado de Sitio: "en el país hay un estado de conmoción y de subversión. Si no se toman medidas drásticas para atrapar a los que están instigando el golpe, no se obtendrá nada. El mal hay que curarlo de raíz. Un estado subversivo se elimina de manera drástica. No se puede usar la legislación normal para combatir un estado de anormalidad. El alzamiento agravó la situación subversiva porque prostituyó el orden constitucional".
La versión del Ejército
A mediados de julio de 1973 el ejército entregó un detallado informe sobre el levantamiento que incluyó detalles hasta ese instante desconocidos y que señaló textualmente:
-El Ejército considera indispensable difundir -para conocimiento de la opinión pública- la versión fidedigna de los hechos que dicen relación con el movimiento en que se vio envuelto parte del personal del Regimiento Blindado N° 2, el 29-VI-1973.
La difusión a la ciudadanía de verdad escueta es necesaria, por cuanto circulan versiones totalmente maliciosas, antojadizas y falsas, cuyo propósito principal no es otro que el de sembrar la duda y la desconfianza entre los miembros de la Institución y -consecuencialmente- atentar contra la cohesión interna del Ejército.
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El complot
Fue descubierto el 26 de junio y debía realizarse al día siguiente, temprano, presumiéndose que el señor Presidente estaría hasta tarde en Tomás Moro. Dos oficiales del Regimiento Blindado N° 2 tenían contacto con Patria y Libertad en niveles medios, efectuándose tres reuniones. En la última, efectuadas el domingo 24, participan altos dirigentes de este movimiento.
El plan por seguir era el siguiente: 5 tanques, al mando de un teniente, concurrirían a Tomás Moro. Se capturaría al Sr. presidente y se le detendría en el cuartel de Santa Rosa; 5 tanques se apoderarían inicialmente de La Moneda. Patria y Libertad provocaría disturbios desde la tarde del 26. Este movimiento aseguraba a los comprometidos la participación de diferentes unidades del Ejército, Armada y Fuerza Aérea, más una considerable cantidad de simpatizantes de esta organización.
Pero las noticias que iban recibiendo los jefes de las Fuerzas Armadas empezaron a levantarles el decaído ánimo a los personeros de la UP. El Buin en completa calma. El Tacna, todo normal. La Escuela de Paracaidistas, igual. La Escuela de Suboficiales, en orden. La Aviación, la Armada...
Un contacto de Patria y Libertad llamó a uno de los oficiales comprometidos, a las 18.00 horas del día 26, diciéndole que "no van".
Entretanto, con algunos indicios en su conocimiento, interviene el comandante General de la Guarnición de Ejército de Santiago. Los oficiales presuntamente comprometidos le declaran que la denuncia es falsa.
Sin embargo, parte de los complotados no alcanzan a ser avisados y en la noche del 26 llega un camión con varios suboficiales al Regimiento Blindado N° 2, en actitud sospechosa.
En la mañana del día 27 se inicia la Investigación Sumaria, y en la noche del ese día se detiene, por orden judicial, a un oficial, el que queda incomunicado en la Compañía de Guardia del Ministerio de Defensa Nacional.
El día 28 se detiene e incomunica también por orden judicial, a otro oficial y a siete suboficiales.
En la tarde del jueves 28 de junio el comandante del Regimiento Blindado N° 2 conversa con sus oficiales y les comunica que ha sido relevado del mando, y que la entrega debería efectuarse en la mañana del viernes 29.
Un oficial cuenta a los demás de lo que estaba previsto, y que todo está listo para el golpe. Un oficial blindado trata de disuadirlos. No se llega a un acuerdo concreto.
Entre las 03.30 y las 06.00 del viernes 29, dos tenientes despiertan a los oficiales que se encontraban alojados en la Unidad, y les dicen que el Regimiento se está alistando para cumplir órdenes del comandante del Regimiento.
A las 07.10 llega el comandante del Regimiento Blindado, reúne a los oficiales, les agradece su adhesión y comanda un tanque. Un oficial trata de disuadirlo de la acción que iba a efectuar con su Unidad.
Entretanto, por la puerta de San Isidro sale un oficial implicado. Pasaba una camioneta y la hace detener pistola en mano y entra a la camioneta. Repite la misma escena con una segunda camioneta.
Los dos choferes y un estudiante que pasaban accidentalmente quedaron detenidos y fueron testigos de la salida y regreso de la Unidad. Una camioneta se carga con 6 ametralladoras, 2.000 tiros y otras armas. El hermano civil del aludido oficial, vestido de uniforme, con otros dos civiles se lleva la camioneta cargada.
El plan por seguir era el siguiente: 5 tanques, al mando de un teniente, concurrirían a Tomás Moro. Se capturaría al Sr. presidente y se le detendría en el cuartel de Santa Rosa; 5 tanques se apoderarían inicialmente de La Moneda. Patria y Libertad provocaría disturbios desde la tarde del 26. Este movimiento aseguraba a los comprometidos la participación de diferentes unidades del Ejército, Armada y Fuerza Aérea, más una considerable cantidad de simpatizantes de esta organización.
A las 08.45 sale la Unidad, organizada en tres equipos de combate. Queda a cargo del cuartel un oficial con la misión de mantenerlo.
Un grupo avanza por calle Moneda y rodea el Palacio Presidencial. El otro, por Alameda hasta el Ministerio de Defensa Nacional. Se dispara en todas direcciones.
Entra un tanque a la Guardia del Ministerio, con el objeto de sacar al oficial que se encontraba incomunicado.
Un suboficial del Blindado N° 2 saca al oficial detenido del subterráneo.
El tanque se desplaza a la esquina de Morandé con Alameda. Un oficial del Blindado sube a las oficinas de la Comandancia en jefe para denunciar que han sido engañados.
Entretanto, el comandante en jefe del Ejército había sido informado telefónicamente por el secretario general de la Institución del alzamiento militar, llevado a efecto por medios del Regimiento Blindado N° 2.
Ante esta información, el Comandante en jefe del Ejército se traslada al Comando de Institutos Militares, desde donde toma contacto con el Comandante de la Guarnición Militar de Santiago, a objeto de definir exactamente la situación existente y, orientado de ella, coordina con esta autoridad y el Comandante de Institutos Militares la acción tendiente a sofocar, en el más breve plazo y con el mínimo de víctimas, el alzamiento de los medios del Regimiento Blindado, consistente en cercar los tanques y carros que rodeaban y hacían fuego contra el Palacio de la Moneda y el Ministerio de Defensa Nacional y ocupar el cuartel de la Unidad.
Posteriormente se traslada al Regimiento Tacna, donde verifica que su comandante está iniciando el cumplimiento de lo que se le había ordenado; es decir, la ocupación del cuartel de Santa Rosa.
A continuación se dirige a la Escuela de suboficiales la que estaba alistándose para el cumplimiento de su respectiva misión.
Ante esta información, el Comandante en jefe del Ejército se traslada al Comando de Institutos Militares, desde donde toma contacto con el Comandante de la Guarnición Militar de Santiago, a objeto de definir exactamente la situación existente y, orientado de ella, coordina con esta autoridad y el Comandante de Institutos Militares la acción tendiente a sofocar, en el más breve plazo y con el mínimo de víctimas, el alzamiento de los medios del Regimiento Blindado, consistente en cercar los tanques y carros que rodeaban y hacían fuego contra el Palacio de la Moneda y el Ministerio de Defensa Nacional y ocupar el cuartel de la Unidad.
Luego de conversar con los oficiales, el comandante en jefe del Ejército se adelanta a la columna de dicha Escuela, que avanza por la calle Dieciocho, al mando de su Director.
Simultáneamente, en el Regimiento Blindado N° 2, el oficial a cargo del cuartel no acepta entregarlo al comandante designado el día anterior. Otro oficial hace lo posible por convencer a aquél que deponga su resistencia.
Al mismo tiempo, las acciones de fuego en el área del Ministerio de Defensa continúan.
Actúa el Tacna
Aproximadamente a la misma hora, el Regimiento Tacna -en cumplimiento de su misión- ya ha llegado frente al Cuartel del Blindado, y ocupa posiciones en Porvenir esquina Santa Rosa, Porvenir esquina San Isidro y en Coquimbo esquina Santa Rosa.
Asume el mando del cuartel del Regimiento Blindado el oficial rescatado del Ministerio de Defensa Nacional, que había llegado a la Unidad, e informa a su personal que el cuartel va a ser atacado y autoriza para que salgan los que no quieran quedarse a resistir a toda costa. En seguida le manifiesta al comandante del Regimiento Tacna que no se entregará.
El comandante de esta Unidad lo insta a deponer su actitud, pero éste insiste en que morirá en el cuartel.
Luego de intimar la rendición, el Tacna dispara cinco o seis tiros con espoletas inactivas, contra las murallas del cuartel del Blindado.
La rendición
Entretanto, alrededor de las 11.00 horas, la columna de la Escuela de Suboficiales, encabezada por el comandante en jefe del Ejército, había alcanzado Alameda con Cochrane, donde el comandante en jefe del Ejército ordena al director que disponga el despliegue de la Unidad y el emplazamiento preventivo de las armas pesadas.
Acto seguido, se dirige hacia Alameda con Teatinos, acompañado por el subdirector de la Escuela de Suboficiales y un capitán de esa Escuela.
Asume el mando del cuartel del Regimiento Blindado el oficial rescatado del Ministerio de Defensa Nacional, que había llegado a la Unidad, e informa a su personal que el cuartel va a ser atacado y autoriza para que salgan los que no quieran quedarse a resistir a toda costa. En seguida le manifiesta al comandante del Regimiento Tacna que no se entregará.
Ya en este lugar, el comandante en jefe del Ejército intima, sucesivamente, rendición a los tripulantes de los diferentes tanques y vehículos del Regimiento Blindado N° 2, que enfrentaban al Palacio de la Moneda desde el suroeste.
Algunas de estas tripulaciones se entregan ante su exigencia, quedando bajo la custodia de tropas de la Escuela de Suboficiales.
Al llegar hasta los vehículos que se encuentran en calle Teatinos, más o menos frente al monumento a Arturo Alessandri, el oficial a su cargo no obedece la orden del comandante en jefe del Ejército de deponer su actitud y entregar su arma; por el contrario, le apunta amenazadoramente, momento en que interviene su ayudante, quien, utilizando su arma, procede a desarmar a este oficial.
A continuación y luego de quedar la tripulación respectiva a cargo de personal de la Escuela de Suboficiales por orden del comandante en jefe del Ejército, su ayudante va a intimar rendición al comandante del Regimiento Blindado N°2, que se encuentra en el frente norte del Palacio de la Moneda, acompañado del oficial recién desarmado, como un testigo de la rendición de los medios Blindados de Plaza Bulnes.
Mientras tanto el comandante en jefe del Ejército personalmente intenta obtener la rendición de dos vehículos que se encuentran próximos a la esquina de Morandé; pero sus tripulaciones los desplazan hacia el oriente.
Unos 10 ó 15 minutos después regresa el ayudante informando que el comandante del Blindado le ha manifestado que se mantendrá en su posición de rebeldía hasta las últimas consecuencias.
Breves momentos después, y ante el avance desde el norte de los efectivos del Regimiento Buin, a los que acompaña el jefe del Estado Mayor General del Ejército, a gran velocidad se desplaza hacia el sur el comandante del Blindado a la cabeza de los escasos medios que se encontraban en el sector de la Plaza de la Constitución, por calle Teatinos. Desde la calzada de esta calle se intenta detenerlos, sin éxito. La columna compuesta por cuatro vehículos (tanques y carros) continúa su desplazamiento alcanzando la vía sur de Alameda Bernardo O'Higgins y se mueve luego hacia el este.
Durante toda esta actividad, desarrollada por el comandante en jefe del Ejército con los dos oficiales de la Escuela de Suboficiales y su ayudante, hubo tiroteos aislados en el sector sur de La Moneda.
Durante el desarrollo de estos hechos concurren al lugar en que se encuentra, el comandante en jefe de la Armada y Fuerza Aérea, para expresarle su personal adhesión y la de las instituciones que comandan.
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Llega el Buin
Entretanto, los efectivos del Regimiento Buin alcanzan la Plaza de la Constitución, por lo que el comandante en jefe del Ejército dispone el avance de la Escuela de Suboficiales, la que rápidamente toma el control del sector de La Moneda. Luego él pide a Carabineros que abra la puerta del Ministerio de Relaciones Exteriores y cruza por el interior del edificio hacia la puerta de la calle Moneda, la que hace abrir, reuniéndose allí con el jefe del Estado Mayor General del Ejército, ya que el Regimiento Buin ha ocupado la Plaza de la Constitución. Breves momentos después llega el Sr. presidente de la República, a quien se informa de lo ocurrido, quedando la Casa de Gobierno bajo control de la Guardia de Palacio.
Acto seguido, el comandante en Jefe del Ejército regresa a su oficina en el Ministerio de Defensa Nacional, y en el trayecto informa al Sr. Ministro de Defensa Nacional, quien, acompañado del Comandante de Institutos Militares, alcanza, desde el este, Alameda con Bandera con los efectivos de la Escuela de Telecomunicaciones y la Escuela Militar. Posteriormente encomienda al comandante General de Guarnición la búsqueda y captura de los tanques y carros que han escapado.
Estos vehículos se han desplazado hacia el este por Alameda, para desviarse luego hacia el sur y detenerse en Vicuña Mackenna con Avda. Matta en una estación de servicio, para cargar combustible. Desde allí regresan al cuartel del Regimiento Blindado, al cual ingresan rápidamente rebasando el cerco del Regimiento Tacna.
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Por orden del comandante en Jefe del Ejército se hace presente, en esos momentos, en el cuartel del Blindado, el General Bonilla, quien ordena al Comandante del Regimiento hacer formar su Unidad y darle cuenta. En seguida, entrega la Unidad al comandante del Regimiento Tacna, quien toma el control del cuartel.
El comandante del Regimiento Blindado es detenido y entregado al comandante de la Guarnición.
Entrega del cuartel
A las 09.10 horas del día viernes 29 de junio se recibe en la Comandancia del Regimiento Tacna la llamada del comandante en jefe de la II División de Ejército, comunicando al comandante de ese Regimiento de la situación que se vive y ordenándole que aliste la Unidad. Se imparten de inmediato las órdenes del caso.
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A las 09.30 horas el comandante en jefe de la II División de Ejército le ordena al comandante del Regimiento Tacna ocupar el cuartel del Regimiento Blindado N° 2 y asumir transitoriamente el mando de esa Unidad. El comandante del Regimiento Tacna reúne a su personal en el patio principal e imparte las órdenes de detalle. Las Unidades inician el cumplimiento de la misión.
Aproximadamente a las 09.50 llega el comandante en jefe del Ejército al cuartel, quien se informa de la misión recibida por el Comandante del Tacna ratificándola y acto seguido se traslada a la Escuela de Suboficiales.
El comandante del Regimiento Tacna se traslada a la calle Porvenir con Santa Rosa, donde ya se encontraban parte de sus medios. Se informa de que se le ha dado un plazo de 15 minutos al personal del Blindado para que salga y entregue el cuartel. Además, obtiene la información de que en el interior del Regimiento Blindado hay más de 100 hombres fuertemente armados, lo que hace urgente ocupar el cuartel, a fin de evitar una resistencia prolongada, estéril y sangrienta.
En el episodio del “tanquetazo” murieron 22 civiles en Santiago, la Posta Central atendió decenas de heridos y comenzó un juicio en la segunda Fiscalía del Ejército. El jefe militar de Santiago, general Herman Brady, sobreseyó sin culpables la causa N° 2.765/73- el 20 de septiembre, a los pocos días del golpe, en su doble condición de juez castrense.
Pese al requerimiento de deponer su actitud, el oficial a cargo del cuartel del Regimiento Blindado sale a manifestar al comandante del Regimiento Tacna que va a morir dentro del cuartel, pero que no se entregará. El comandante del Tacna le hace ver que los que morirán serán conscriptos que aún no han completado el período básico de instrucción y personal antiguo, casado y con familia. Este oficial se mantiene en su decisión, pero, no obstante, autoriza a un oficial y 8 suboficiales y clases para que abandonen el cuartel, los que son enviados al Regimiento Tacna.
El comandante del Regimiento Tacna insiste ante el oficial para que deponga su actitud, pero éste mantiene su negativa, por lo que ordena su detención. Se produce repentinamente un tiroteo entre ambos grupos. Un escolta del oficial comprometido se abalanza sobre una ametralladora del Tacna emplazada al lado de una pieza de artillería, y cuyo sirviente se encuentra de pie. El fuego se generaliza por ambos lados. Un escolta del oficial del Blindado resulta muerto y éste queda superficialmente herido.
Suspendido el fuego se tiene información que los tanques vienen de regreso al cuartel.
Minutos después, éstos ingresan a la Unidad, donde el comandante Souper, al apreciar la situación reinante, depone su actitud y entrega el mando ante el delegado del Comandante en Jefe del Ejército, General Bonilla.
Durante esta acción, tres militares del Blindado perdieron la vida.
La muerte de Leonardo Henrichsen
En el episodio del “tanquetazo” murieron 22 civiles en Santiago, la Posta Central atendió decenas de heridos y comenzó un juicio en la segunda Fiscalía del Ejército. El jefe militar de Santiago, general Herman Brady, sobreseyó sin culpables la causa N° 2.765/73- el 20 de septiembre, a los pocos días del golpe, en su doble condición de juez castrense.
Ese día dejó muchas interrogantes. Un oficial de Ejército dio la orden de matar al periodista que filmaba a su patrulla frente al Banco Central, en calle Agustinas.
El camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, que trabajaba para TV Suecia con el periodista Jan Sadquist, registró la imagen del militar disparándole a la cámara, o sea, a él mismo. Y en ese acto fue que murió.
Leonardo Henrichsen desayunaba en el legendario hotel Crillón, en calle Agustinas, entre Banderas y Ahumada, cuando supo que estaba en marcha un golpe de estado, por lo demás bastante anunciado. La noticia fue a tocar a su puerta. Salió a la calle y comenzó a filmar. Su registro en 16 mm no dura más de tres minutos. Gente huyendo de los militares en distintas direcciones y una patrulla de conscriptos que irrumpe en un camioncito para instalarse cerca del Banco Central, en Agustinas y Morandé.
Ese día dejó muchas interrogantes. Un oficial de Ejército dio la orden de matar al periodista que filmaba a su patrulla frente al Banco Central, en calle Agustinas. El camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, que trabajaba para TV Suecia con el periodista Jan Sadquist, registró la imagen del militar disparándole a la cámara, o sea, a él mismo. Y en ese acto fue que murió.
El oficial a cargo del pelotón comenzó a dispararle a la cámara, o sea, a Leonardo Henrichsen, en cuanto vio que lo estaban filmando. El periodista continuó su trabajo impasible, hasta morir. El oficial tenía mala puntería.
La cámara sólo se detuvo cuando un conscripto le asestó un tiro de fusil. Murió en los brazos de su colega sueco Jan Sandquist. Lo último que dijo fue "Jan, me muero". En su historia casi centenaria, la Radio y Televisión de Suecia jamás había perdido a otro de sus hombres.
"El nombre de Henrichsen -nacido en Argentina, en una familia llegada de Suecia, muerto en Chile- ha sobrevivido a la mediocridad de aquel asalto al gobierno del presidente Salvador Allende y con el paso de los años ha entrado en la gran historia del periodismo mundial", escribió el periodista argentino Rogelio García Lupo.
"Guardó cuadro a cuadro el transparente paso de la vida a la muerte", dice el venezolano-argentino Modesto Emilio Guerrero en su libro Reportaje con la muerte, biografía de Leonardo Henrichsen.
Al emprender la retirada, los militares abrieron una alcantarilla para tirar la cámara de Henrichsen, una valiosa Eclerc. El periodista y escritor Eduardo Labarca vio la escena y después de un largo periplo rescató la película para Chile Films. Su colaborador Douglas Hübner tuvo que ir a revelar la cinta a Buenos Aires porque en Chile no existía ningún laboratorio de color. Casi un mes después -el 24 de julio- se exhibió un noticiero en los cines que alcanzó a durar un día. Lo prohibió el fiscal militar Francisco Saavedra. Pero la imagen ha seguido dando la vuelta al mundo durante casi 50 años.
La identidad del militar que asesinó al camarógrafo no fue revelada sino hasta 2005, cuando el periodista chileno Ernesto Carmona, quien investigó el caso durante casi 35 años, encontró los documentos del juicio que se realizó a los militares del tanquetazo (caratulado como 2765/73) e identificó como autor al cabo Héctor Bustamante y logró precisar su domicilio. Ese año, Josephine y Andrés Henrichsen, dos de los tres hijos del periodista, se querellaron contra el militar. La jueza Rommy Rutheford declaró la prescripción del delito. La Corte de Apelaciones de Santiago decidió investigar esa muerte y la de otros tres argentinos el 25 de septiembre de 2007; sin embargo, Héctor Bustamante falleció en enero de 2008, cuando aún no había finalizado la investigación del caso.
También ese día del tanquetazo fue herido en un pie un transeúnte estadounidense que estaba mirando el paso de los tanques, el joven estudiante de ciencias políticas Frank Randel Teruggi Bompatch. Por estar herido, fue atendido en la Posta Central. Por aparecer entre los heridos, fue citado a declarar ante el Fiscal "ad hoc" Francisco Saavedra Moreno el 19 de julio, según consta en las "fojas" 799/800 del expediente, y hasta hoy no se sabe por qué fue detenido en septiembre y asesinado probablemente en el Estadio Nacional, al igual que su compatriota periodista Charles Horman, cuyo arresto, desaparición y hallazgo posterior del cadáver es el tema de la película Missing, de Costa Gavras.
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Solo les digo a los
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