Lula da Silva, ex presidente de Brasil (2003-2010), fue liberado este viernes, tras pasar un año y siete meses en la cárcel, acusado por casos de corrupción en el caso conocido como Lavajato (lavado de autos, en portugués). La noticia recorrió el mundo, al igual que las palabras del líder del Partido de los Trabajadores (PT), quien afirmó, en un discurso tras su liberación, que “no encarcelaron a un hombre, encarcelaron una idea y las ideas no se encierran”.

El ex presidente del país más grande de América Latina emitió un discurso en las afueras de la prisión de la Policía Federal de Curitiba, donde cientos de partidarios lo esperaban con banderas y gritos de alegría.

Da Silva cumplía una pena de ocho años y diez meses por corrupción, tras ser condenado en segunda instancia y confirmado en tercera instancia, acusado de recibir un apartamento de la constructora OAS, como soborno para adjudicar a dicha empresa contratos con Petrobras, la petrolera estatal más grande del país. El ex mandatario espera la resolución de la Corte Suprema, donde apeló por su causa, institución que aún no se manifiesta.

Lo anterior, en medio de fuertes cuestionamientos al proceso mediante el cual el juez Sérgio Moro condenó a Da Silva, dadas las filtraciones de junio de The Intercept, medio que mostró el acuar venal de Moro contra el ex presidente brasileño, quien luego además se convertiría en el ministro de Justicia del ultra derechista Jair Bolsonaro.

Mientras avanza el requerimiento de la defensa de Da Silva en la Corte Suprema, el día jueves 7 de noviembre ese mismo tribunal definió, por 6 votos contra 5, que la prisión de una persona condenada solamente en segunda instancia es inconstitucional, y que la prisión es una condena que debe aplicarse solo cuando todo camino de apelación esté ya agotado. Esta medida beneficia a miles de encarcelados, incluyendo al ex mandatario.

Fue así como este viernes 8 de noviembre, el juez Danilo Pereira, de la 12° Sala Criminal de la ciudad de Curitiba, permitió la libertad de Da Silva.

Lula da SIlva siempre ha afirmado que ha sido víctima de un montaje político, que buscó restarlo como candidato a la presidencia en la elección que ganó Bolsonaro, lo que ocurrió en 2018. Antes de los comicios Da Silva fue encarcelado antes de que pudiese presentarse como candidato, a pesar de que corría como favorito según las encuestas, pese al fuerte desgaste del Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece.

Al día de hoy La derecha brasilera vive tiempos difíciles. En medio de la sostenida baja de popularidad de Bolsonaro en las encuestas -Ibope publicó el 29 de octubre que su aprobación está en 31% y su evaluación negativa en 34%- la prensa brasileña sigue publicado relevantes pruebas de que el entonces juez Moro buscó encarcelar a Da Silva desde un comienzo. A esto se suma una gira por el país que Da Silva anunció, la cual puede tener fuertes efectos en el ordenamiento de las fuerzas políticas y una región latinoamericana que parece poner en duda los liderazgos de derecha, tras la crisis social que se desató en Ecuador frente a las medidas neoliberales de Lenín Moreno; el triunfo de Alberto Fernández en las elecciones presidenciales de Argentina, desbancando a Mauricio Macri; y la crisis social que vive Chile y que tiene a Sebastián Piñera casi sin apoyo popular.