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Viernes, 18 de Julio de 2025
Columna de Yasna Lewin

Masculinidad tóxica

Yasna Lewin

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Gonzalo de la Carrera.
Gonzalo de la Carrera.

Los republicanos criollos saben que las conquistas del feminismo y las minorías sexuales desafían la moral conservadora y generan malestar en los grupos más tradicionales  o religiosos, convirtiendo a una parte de la ciudadanía en presa fácil para el populismo de ultraderecha. 

El Journal of School of Psychology define la masculinidad tóxica como “la constelación de rasgos masculinos socialmente regresivos que sirven para fomentar la dominación, la devaluación de la mujer, la homofobia y la violencia sin sentido”. Así descrito, este nocivo patrón de conducta pareciera circunscrito al ámbito de la psicología, pero según el politólogo Cas Mudde, un experto mundial en extremismo de derecha, el modelo “ha convertido a las mujeres en principal blanco de cierta violencia política de signo ultraderechista”.

Recientemente Mudde publicó “La ultraderecha hoy” (Paidós, 2021) que cobra un sentido especial en estos días de agresiones misóginas de diputados republicanos. Justamente el intelectual ha escrito que “la mayoría de los grupos ultraderechistas son sexistas ambivalentes, lo que quiere decir que combinan aspectos de sexismo benévolo y sexismo hostil. Aun cuando pongan a «sus» mujeres en un pedestal, tratan con virulenta hostilidad a aquellas otras que no se ajustan a las normas del sexismo benévolo en lo relativo a la reproducción o la sexualidad”. 

Cómo no relacionar este juicio con las agresiones del parlamentario Gonzalo de la Carrera a la diputada trans Emilia Schneider y a sus colegas motejadas de “feminazis”. Cómo no recordar los dichos de Cristóbal Urruticoechea sobre las mujeres violadas que “no se desviolan” cuando abortan, o las declaraciones de Johannes Kayser acerca de las medallas que merecen los violadores de mujeres feas. 

Uno de los peligros de esta masculinidad tóxica, incorporada al repertorio de la política, radica en que su utilización como recurso de campaña electoral ha resultado exitoso, porque las conquistas del movimiento feminista y la lucha contra la discriminación de minorías sexuales desafían la moral conservadora y generan malestar en los grupos más tradicionales o religiosos, convirtiendo a ese sector de la ciudadanía en presa fácil para el populismo de ultraderecha. 

No se trata de conculcar la libertad de expresión de ningún sector político, pero las agresiones reiterada contra las parlamentarias durante los debates legislativos tienen un efecto multiplicador hacia el conjunto de la sociedad, porque legitiman conductas violentas.

Pero no es sólo una cuestión de tradiciones y moralidad, porque el sexismo también apela al sentimiento nacionalista o patriótico, otro de los rasgos de la derecha radical. Según escribe Mudde, “casi todos los grupos de ultraderecha comparten las tesis del familismo, para el que las mujeres son, ante todo, madres y, como tales, esenciales para la supervivencia de la nación/raza”. 

Esa épica de conservación racial y protección nacional se ha plasmado en la conducta electoral de casi todas las democracias liberales, incluida la chilena.  Las investigaciones del COES sobre los condicionantes del voto en el plebiscito del 4 de septiembre han concluido que las tradiciones rurales, la amenaza a los emblemas patrios y el nacionalismo en oposición a la plurinacionalidad fueron clave en el contundente triunfo del Rechazo. Tanto así que la derecha, sin mucha resistencia de los demás partidos políticos, ha condicionado el segundo capítulo del proceso constituyente al compromiso previo con principios nacionalistas como los símbolos de la patria, la consagración de la nación única y, por cierto, el derecho a la vida del que está por nacer.  

El filósofo estadounidense Jason Stanley publicó en 2018 el libro “Cómo funciona el fascismo”, donde también aborda el componente de género de esa corriente en su versión del siglo XXI. “Los políticos fascistas quieren implantar el ideal de la familia patriarcal en la sociedad, o volver a él, como dicen ellos (...). El líder mantiene a su nación igual que en la familia tradicional el padre es el sostén (…). Al darle al pasado de la nación una estructura familiar patriarcal, el fascismo conecta la nostalgia con una estructura jerárquica de poder centralizado”. 

Es así como el retroceso mundial hacia valores patriarcales ha legitimado el desarrollo de la masculinidad tóxica y el desenfado para desmarcarse de lo “políticamente correcto”. Los republicanos criollos se ufanan de su “valentía para decir la verdad” y desafiar las “aberraciones de la ideología de género”, “la tiranía gay” y tantas otras teorías conspirativas que han ido erosionando a las democracias en el mundo. 

No se trata de conculcar la libertad de expresión de ningún sector político, pero las agresiones reiterada contra las parlamentarias durante los debates legislativos tienen un efecto multiplicador hacia el conjunto de la sociedad, porque legitiman conductas violentas. 

¿Cuántos machistas se sentirán amparados por un partido político, es decir, una institución democrática respetable, a la hora de insultar, acosar, golpear y asesinar a mujeres o personas de minorías sexuales? ¿Cuántos femicidios y crímenes de odio se inspirarán en el liderazgo de estos políticos? Según el Ministerio de la Mujer, en lo que va de este año se registran 29 femicidios consumados y 124 frustrados.

El pluralismo es parte de la democracia, incluso para grupos minoritarios antisistema, pero la ultraderecha dejó de ser una corriente marginal y así lo demuestran su reciente triunfo en Italia y Suecia, además de la sorpresa que dio Jair Bolsonaro en la primera vuelta presidencial de Brasil, por mencionar solamente los sucesos electorales de este año. Mudde sostiene que esa “desmarginación se produce porque los partidos de derecha radical populista y los convencionales centran su atención en temas cada vez más similares”. O sea, se ha derribado lo que la UCD alemana llamaba “cordón sanitario” entre la derecha democrática y su expresión radical o neonazi.

La tolerancia de la derecha democrática al radicalismo conservador no solo se manifestó en su apoyo al candidato presidencial republicano, José Antonio Kast.

Chile no es la excepción. La tolerancia de la derecha democrática al radicalismo conservador no solo se manifestó en su apoyo al candidato presidencial republicano, José Antonio Kast. También ha ido filtrándose en las nuevas formaciones populistas como el Partido de la Gente, cuyo líder, Franco Parisi, ostenta varios rasgos de masculinidad tóxica, expresados en casos de acoso sexual a sus exalumnas y una deuda millonaria de pensión de alimento. Su popular programa de YouTube es una apología a los “chicos malos” -Bad boys- con conversaciones plagadas de doble sentido y una peculiar sexualización de la política, que denosta a las mujeres y apela al exitismo de los varones.

Aunque el PDG busca posicionarse en el centro, comparte otras manifestaciones del populismo de ultraderecha, como el autoritarismo y la “conspiranoia”. El diputado Gaspar Rivas hizo un papelón televisivo estallando en lágrimas con su insignia de Sheriff y su llamado a “perseguir a las lacras que destruyen la sociedad”. Además de su convergencia con los republicanos en el proceso constituyente, la bancada del PDG refrendó su recelo por los organismos internacionales, al poner como condición que no hubiera injerencia extranjera o de la ONU en el debate por una nueva Constitución.

Otra propuesta del PDG para el nuevo órgano constituyente descarta la paridad y plantea que se repita la misma fórmula de cuotas de candidaturas que opera en las elecciones parlamentarias, cuyo resultado es un 33,5% de mujeres en la Cámara. Sí, apenas un tercio.

Cuando la masculinidad tóxica ha penetrado la política a estos alarmantes niveles, urge restablecer los cordones sanitarios entre los demócratas y la ultraderecha.

Pero la mayor participación de las mujeres en la política ha intensificado la violencia y la discriminación. Mude dice que “desde que el sexismo hostil defiende que las mujeres son ahora poseedoras de un elevado poder político, la violencia masculina contra ellas se ha vuelto más aceptable y frecuente en esos círculos”.

Una investigación sobre agresiones en redes sociales, realizada durante el funcionamiento de la Convención Constituyente por la Universidad de Santiago y ONU Mujeres, estableció que el 83% de las representantes recibió mensajes violentos y de incitación al odio. La estadística de este fenómeno en el Congreso y en la sociedad es una noticia en desarrollo. 

Cuando la masculinidad tóxica ha penetrado la política a estos alarmantes niveles, urge restablecer los cordones sanitarios entre los demócratas y la ultraderecha.



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Comentarios

Comentarios

Sr. director , le agradesco publicar esta columna de Yssna Lewin ,,,, Brillanté, vibrante, denunciante, con argumentos sólidos de respaldo,.,,,, se está transformando en una publicación semanal tan importante como la columna de Matamala

excelente Yasna, felicitaciones...

Muy buena relación hace entre estos fascistas, el PDG y la derecha pseudo demócrata, parecen ser los mismo con diferente olor. Ahora de masculinidad, tóxica o no, no tienen nada, pues su agresión constante a mujeres y disidencias indica todo lo contrario a una masculinidad, se trata de cobardía, estupidez y odio de dudosa masculinidad. (No nos abandones Jasna, tienes muchos lectores acá interesados en tus siempre muy certeras columnas. Lo otro, quisiera felicitar a Felipe en el programa de la radio porque hace dos semanas que le apunta a la fecha exacta cada día...)

Ojalá la derecha democrática tome en cuenta lo que está pasando en el mundo. O toma distancia de los fascistas o terminarán tragados por ellos. Baltazar Garzón, en su último libro”los disfraces del fascismo “ advierte también al respecto

Notable exposición de Yasna Lawin, la sigo en el programa político de la U de Chile y he lamentado mucho su ausencia en la tv. Potente reflexión, es un aspecto muy importante acerca de la postura de la ultraderecha con respecto a la mujer que participa en política y que es otro elemento que contribuye a explicar el triunfo del rechazo.

"Cordon sanitario", q buen calificativo de Yasna para proteger esta debil democracia q se nos impuso hace 40 años.Gracias Yasna por el excelente articulo.

Yasna. Gran pwriodista. Bien infoemada trata temas con profunda seriedad y relevancia social. Muchas gracias.

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