Es casi el mediodía en Buenos Aires, es un día caluroso, y el economista Javier Milei ya es el presidente de la República Argentina. Si bien el propio Milei llamó a que la gente lo esperara a las afueras del Congreso, la plaza del Congreso (que está justo al frente) no está para nada llena; de los tres cuerpos que tiene la plaza sólo está ocupado la mitad de uno. Pero la gente se ve entusiasmada y expectante al discurso que dará en unos minutos el presidente Milei en las escalinatas del Congreso, en una suerte de copia del formato yanqui en el que el Presidente jura allí y luego se dirige a la ciudadanía. No es sorpresa que Milei haya escogido este formato; la misma noche en el que ganó el balotaje el logo de la Presidencia que estrenó se parecía mucho al de la Casa Blanca. Pero eso fue hace tres semanas y mucha agua ha corrido bajo el puente.
Si en un principio algunos análisis señalaban que sin el rápido apoyo del ex presidente Mauricio Macri a Milei después de la primera vuelta el triunfo habría sido más difícil, lo que desde la noche de su triunfo se ha consolidado la creencia de que, cualquiera que hubiera sido el movimiento de Macri, Milei igual se hubiera impuesto al oficialista Sergio Massa, aunque tal vez por menos margen (y no por los once puntos). Y es que la ciudadanía estaba cansada de la política tradicional, del peronismo pero también de Juntos por el Cambio (la derecha tradicional).
Para Javier Milei no será fácil cumplir con los objetivos de su gobierno. La gobernabilidad no será sencilla: por lo pronto, en la cámara de diputados hay, como la llamó el analista Lucas Romero, una “hiperminoría del oficialismo”, lo que se traduce a la vez en una profunda fragmentación en la derecha y la ultraderecha: La Libertad Avanza (LLA) cuenta con 39 diputados, el PRO cuenta con 40, la Unión Cívica Radical cuenta con 35, la Coalición Cívica con 11, el recién creado Cambio Federal con 10.
Y eso lo entendió Milei, quien se alejó de Macri y fue diseñando un gabinete muy propio, en ese sentido nadie le podría reclamar haber transado con la casta que él tanto denunciaba. Si hay elementos de esta casta son los que él ha integrado con el fin de cumplir los objetivos de su gobierno, quizá en una primera etapa. Por eso las incorporaciones de Patricia Bullrich y Luis Petri (candidatos a presidenta y a vicepresidente en la primera vuelta por Juntos por el Cambio) a su gabinete no han sido institucionales, esto es no se trata de un gobierno de coalición, sino un gobierno libertario, “el único gobierno libertario en el universo”, rematará en unos minutos el propio Milei.
Sin embargo, no será fácil cumplir con los objetivos de su gobierno. La gobernabilidad no será sencilla: por lo pronto, en la cámara de diputados hay, como la llamó el analista Lucas Romero, una “hiperminoría del oficialismo”, lo que se traduce a la vez en una profunda fragmentación en la derecha y la ultraderecha: La Libertad Avanza (LLA) cuenta con 39 diputados, el PRO cuenta con 40, la Unión Cívica Radical cuenta con 35, la Coalición Cívica con 11, el recién creado Cambio Federal con 10. En Diputados hay 257 miembros, por lo que si todos esos parlamentarios votaran juntos recién ahí podrían darle quorum al Ejecutivo para la aprobación de leyes que tanto necesita, pero eso implica una capacidad de diálogo y convencimiento del nuevo presidente de la Cámara, Martín Menem, sobrino de Carlos Saúl Menem y militante de LLA, quien, en la sesión de definición del criterio para las presidencias de comisiones, no demostró tener esa capacidad.
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Esta hiperminoría o fragmentación de la derecha y ultraderecha cobra especial relevancia porque la semana que arranca Milei tenía planeado enviar al Congreso un paquete de leyes para su aprobación, ese paquete se llamaba “ley ómnibus”, porque contenía muchas leyes. Sin embargo, después de la conformación de las presidencias de comisiones en Diputados, esta ley ómnibus pareciera quedar desechada y plantearse, en cambio, una serie de leyes por temas (economía, legislación laboral, etcétera). Por eso, para Milei y el gobierno entrante, era importante que hoy se congregara mucha gente en la Plaza del Congreso, para dar una muestra de fortaleza, al menos, en la calle.
Las alzas de precios en las últimas dos semanas han sido, en algunos casos, de hasta un 50%. Sólo en farmacias, noviembre registrará un aumento de 30%. Y otro tanto ocurrió en supermercados, donde los fideos subieron un 50%, el arroz más barato pasó de 680 a 1230 pesos argentinos (un equivalente similar en pesos chilenos). Las carnicerías tampoco escapaban a esas subas: de hecho, un empresario del campo dijo que el precio de la carne perfectamente podría irse a 15 o 20 dólares el kilo, si la apertura económica fuera total.
Debe ser la mayor manifestación de La Libertad Avanza, pero hay que decir que la concurrencia no pareciera entender mucho de política: grita “libertad” y “viva la libertad, carajo” y, cuando las pantallas gigantes muestran a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, varía y vocifera “hija de p…” y “chorra”. Son balbuceos de gente que carece de lenguaje político, y quizá eso se explique porque ésta es su primera experiencia política o la última después de varias desilusiones. En suma, no se ve que la virtud que más tenga sea la paciencia. Y pese a ello, aquí están, a pleno sol, con casi treinta grados.
Y es que Milei va a necesitar el apoyo de esta gente, porque las alzas de precios en las últimas dos semanas han sido, en algunos casos, de hasta un 50%. Sólo en farmacias noviembre registrará un aumento de 30%. Y otro tanto ocurrió en supermercados, donde los fideos subieron un 50%, el arroz más barato pasó de 680 a 1230 pesos argentinos (un equivalente similar en pesos chilenos) y una marca de cervezas registró un alza de 45%. Las carnicerías tampoco escapaban a esas subas: de hecho, un empresario del campo dijo que el precio de la carne perfectamente podría irse a 15 o 20 dólares el kilo, si la apertura económica fuera total. A eso hay que sumar que el nuevo gobierno ha anunciado la eliminación de los subsidios, por lo que se prevén aumentos en las cuentas del gas, la luz, el agua y el transporte público. Todo con el fin de lograr equilibrio fiscal y pagar los US46.000 millones que Mauricio Macri le pidió al Fondo Monetario Internacional (FMI) durante su gobierno.
De este modo el escenario económico, lejos de ser esperanzador, plantea un ajuste, que la cuenta de Instagram del Presidente reflejó con una polera con la siguiente leyenda: “No hay plata”. Y eso se verá en el presupuesto para el 2024, donde el gobierno ya ha anunciado que se ejecutarán y reasignarán las mismas partidas que el 2023, es decir que no sólo habrá un congelamiento de los salarios de la administración pública, sino que además una pérdida del poder adquisitivo de ellos. “Nosotros el Presupuesto 2024 lo desestimamos, vamos a continuar con el Presupuesto 2023 y vamos a empezar a trabajar en un nuevo Presupuesto para el siguiente año. En eso vamos a hacer tabula rasa, la propuesta es muy disruptiva”, explicó el diputado de la LLA Carlos D´Alessandro.
Milei señala que será necesario sufrimiento. Porque no sólo la economía está asediada por la hiperinflación, sino también por la deuda contraída por el FMI, por los bajos salarios (en torno a los US 300 de promedio) y por una economía estancada, según él, desde el 2011 (aunque las cifras indican que no se crece desde el 2014). El futuro es incierto. Lo que sí es cierto es la paradoja que se producirá en los próximos meses: habrá alta inflación con poca emisión (la causante de la inflación, según el Presidente), y eso sucederá porque habrá una inercia que podría extenderse por 24 meses.
Pero es Milei quien mejor explica su plan económico, que es un ajuste en clave de shock. Por eso ahora sale a hablar a la explanada del Congreso, ante las atentas miradas de los mandatarios Volodimir Zelenski (Ucrania), Viktor Orbán (Hungría), Daniel Noboa (Ecuador), Santiago Peña (Paraguay), Luis Lacalle Pou (Uruguay) y Gabriel Boric (Chile), además del rey de España y del ex presidente Jair Bolsonaro (Brasil). Milei dice que, según estimaciones privadas, la inflación de diciembre y febrero podría oscilar entre 20% y 40%. Con esto las proyecciones de una inflación para el 2024 en torno al 300% se quedarían cortas. El Presidente observa que “el gobierno saliente nos ha dejado plantada una hiperinflación”, y que luchará contra ella y “hacer todos los esfuerzos posibles para evitar semejante catástrofe, que llevaría la pobreza por encima del 90% y la indigencia por encima del 50%. En consecuencia, no hay solución alternativa al ajuste”. Y contrario a lo que se podría esperar, la gente, que se ha duplicado en cantidad desde que empezó a hablar, aplaude, como si en ese ajuste hubiera esperanza.
Por contrapartida, Milei señala que será necesario sufrimiento. Porque no sólo la economía está asediada por la hiperinflación, sino también por la deuda contraída por el FMI, por los bajos salarios (en torno a los US 300 de promedio) y por una economía estancada, según él, desde el 2011 (aunque las cifras indican que no se crece desde el 2014). El futuro es incierto. Lo que sí es cierto es la paradoja que se producirá en los próximos meses: habrá alta inflación con poca emisión (la causante de la inflación, según el Presidente), y eso sucederá porque habrá una inercia que podría extenderse por 24 meses. La incógnita radica entonces en cuánto tiempo podrá aguantar la gente sin una mejora en su situación personal. Se sabe que el argentino es poco paciente y la clase media menos aún.
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No sólo el futuro mediato es incierto, sino también el inmediato. En un informe titulado “La Argentina Libertaria: ‘El plan Caputo y el día después’”, elaborado por la consultora Bull Market, de propiedad de Ramiro Marra, alto dirigente de LLA y amigo de Javier Milei, se consignan varias cuestiones interesantes. Por ejemplo, habría ahora un primer salto cambiario, que debería poner al dólar oficial en 650 pesos (hasta ayer estaba en 380), y otro salto en febrero (que podría llegar a los 1000); también que el ministro de Economía Luis Caputo estaría consiguiendo financiamiento externo por US 23 mil millones (básicamente de capitales saudíes).
Pero lo más interesante del informe es que plan de dolarización no estaría para nada descartado, ya que Caputo se encuentra trabajando en eso; es más, se podría entrar en marzo en “un proceso de dolarización/convertibilidad”. De ahí, continúa el informe, “no tenemos información de qué sucederá luego de este evento. Hay supuestos. ¿Caputo renuncia y asume (Federico) Sturzenegger?”. Más allá de que no se haya descartado la dolarización, resulta por lo menos curioso que el informe plantee la posibilidad de que un ministro de Economía dure tres meses, aunque esto podría hablar del nivel de improvisación que tiene el nuevo gobierno.
Ningún argentino ni residente en esta patria quiere que a un gobierno recién asumido le vaya mal, porque si le va mal implica que la situación económica podría empeorar aún más, y sufrirían más los que menos tienen. Desde el 2016 Argentina ha vivido con inflación crónica, en 2018 con un irresponsable endeudamiento externo y con la desidia de Alberto Fernández, pero no ha solucionado los problemas de fondo de su economía. Los argentinos por un 55% eligieron a Javier Milei, a un populista de ultraderecha, para solucionar estos problemas de fondo. Veremos qué sucede.
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