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Sábado, 26 de Julio de 2025
Hace 50 años

Testimonios de aquel martes 11

Interferencia

Bombardeo de La Moneda.

Bombardeo de La Moneda.
Bombardeo de La Moneda.

Recopilación de recuerdos obtenidos de diarios, revistas y libros sobre el golpe militar, publicados en los últimos 20 años.

Manuel González, empresario

00:00 - 01:00 En ese tiempo pertenecía a una dirección regional del PS y estaba en una reunión en el segundo piso de una casa en San Miguel. En la planta baja estaban reunidos los de la dirección nacional del MIR. Recuerdo que como a la una de la mañana los de abajo terminaron su reunión. Subieron Bautista Van Schouwen y Pascal Allende a despedirse del dueño de casa. Interrumpieron nuestra reunión y le preguntamos si iba haber golpe. Van Schouwen se encogió de hombros y Pascal nos dice que habían dejado pollo y ron. Seguimos reunidos. Nunca más lo volví a ver.

Carlos Jorquera, periodista

01:00 - 02:00 Esa noche nos quedamos hasta tarde en La Moneda, no recuerdo la hora con precisión de reportero. Pero ya sabíamos que venía el golpe. Un grupo partió a la casa de Allende en Tomás Moro y otro nos quedamos. Pero nos fuimos a dormir un rato para prepararnos para lo que venía. Yo me fui donde mis padres en Plaza Ñuñoa. En la mañana venía en mi auto y los carabineros estaban controlando el tránsito, me pararon muchas veces entre Plaza Italia y Bulnes. Recuerdo que me metí por la calle Valentín Letelier, allí no pude pasar. Un capitán me dijo que no fuera a La Moneda y si iba era 'bajo su responsabilidad, señor Jorquera'.

Viviana Díaz, ex presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos

05:00 - 06:00 Como a las cinco y media de la mañana, sonó el teléfono de mi casa. Llamaban a mi padre, Víctor Díaz, subsecretario general del PC. Era Daniel Vergara, el entonces subsecretario del Interior. Fue un llamado breve. Se le informó de la delicada y complicada situación que se estaba viviendo en Valparaíso. Mi padre habló con la familia, nos recomendó que no saliéramos de la casa hasta saber qué iba a ocurrir. Después de hacer declaraciones a radio Magallanes, salió y nunca más lo volvimos a ver. Pasé todo el día llena de incertidumbre escuchando la radio y viendo la televisión.

Viviana Díaz, ex presidenta AFDD.

Viviana Díaz, ex presidenta AFDD. (Foto: La Nación).
Viviana Díaz, ex presidenta AFDD. (Foto: La Nación).

Miguel Budnick, periodista

06:00 - 07:00 Me desperté a las 06:30. Encendí una antiquísima radio, que había sido un regalo de bodas cuando mis papás se casaron. Y no sé si duchándome o tomando desayuno escuché la canción nacional y el primer bando anunciando la toma de poder de los militares. Entre lo pintoresco y dramático. Vivía en el Arrayán, tenía 29 años, militaba en el PC y usaba una barba contundente. Mi primera reacción fue irme a Santiago para ver lo que pasaba. Fui al baño a peinarme y me miro al espejo y pensé 'con esta barba no puedo salir'. Me iban a pillar. Entonces fui donde un vecino que era del MIR a pedirle una máquina de afeitar, él también usaba barba. Otro vecino me prestó una, y como no me afeitaba hace tiempo normal, me corté brutalmente. Salí de casa e iba por la Kennedy cuando veo camiones de la FACh, por un segundo evoqué el día del tanquetazo (yo estaba en La Moneda, reporteando y salieron los camiones con soldados conscriptos que saludaban a la gente en señal de constitucionalidad y lealtad al Gobierno) y creí o soñé que esto podía ser igual, saqué la mano y saludé a los soldados. Sólo vi cara de perros furiosos.

Carlos Prats, excomandante en jefe del Ejército. "Por radio me impongo del levantamiento militar... Me siento profundamente consternado ante el súbito y fatal derrumbe de tantos valores y principios, presintiendo, con horror, cuánta sangre se derramará entre hermanos".

Enrique Palet, exsecretario pastoral del Arzobispado de Santiago

08:00 - 09:00 Un poco antes de las ocho de la mañana escuché por la radio la noticia del primer bando. Me levanté rápidamente y partí a la sucursal del Banco Osorno que estaba en la portada de Vitacura, para retirar los pocos fondos que tenía y así asegurar el bienestar de mi familia. Cuando se abrió el banco y luego de retirar el dinero, la sucursal recibió la orden de cerrar. Después me fui a la oficina de la Corporación de Desarrollo y Promoción Juvenil, vinculada a la DC, a cumplir con mis deberes y ver la forma de enfrentar la situación que estaba viviendo el país.

Rafael Otano, periodista, autor de Crónicas ocultas de la transición

09:00 -10:00 Estaba terminando de escribir un artículo sobre cómo España iba a salir de la dictadura de Franco, era para la revista Mensaje y la vendrían a recoger. Escuché por la radio que algo estaba ocurriendo. Vivía en Condell, en Providencia, y junto a un amigo fotógrafo salí a Plaza Italia. Nos subimos al monumento de Balmaceda y vi como de los camiones de campaña salían soldados, la imagen parecía un ballet, todo coordinado y ensayado. Luego vi que dos camiones más aparecían y que apuntaron al edificio de Quimantú. Comencé a sentir el ruido de las ametralladoras. Volví a casa. Sin embargo, lo que más me impresionó fue que al llegar entré al baño, al abrir la ventana, a menos de 25 metros había alguien que me miraba fijamente. Me llamaron de una revista española y me pidieron que escribiera sobre Allende. Terminé el día pensando cómo los españoles podrían entender la entrada de otra dictadura.

José Toribio Merino, excomandante en jefe de la Armada

02:00 - 03:00 Estaba en Valparaíso. Era uno de los gestores del golpe. A la medianoche del 11, tomó el mando de la Marina y en la Academia de Guerra Naval pronunció las siguientes palabras: “el día anterior a la batalla es mucho peor que la batalla”, según señaló Merino en una entrevista a la Universidad Finis Terrae. Luego junto a cercanos colaboradores de la Armada brindaron por el éxito del día que se estaba iniciando.

Junta militar 1973.

Junta militar que derrocó a Allende. César Mendoza, Carabineros; José Toribio Merino, Armada; Augusto Pinochet, Ejército y Gustavo Leigh, FACh. (Foto: BCN)
Junta militar que derrocó a Allende. César Mendoza, Carabineros; José Toribio Merino, Armada; Augusto Pinochet, Ejército y Gustavo Leigh, FACh. (Foto: BCN)

Igor Saavedra, Premio Nacional de Ciencia

03:00 - 04:00 Todos los días me acostaba a las tres de la mañana. Llegaba a la casa de la universidad tarde. Entonces como a esa hora comía algo, leía el periódico del día anterior y lo que debía leer para las clases. Nunca creí que iba a ver golpe. Tenía un pie quebrado y por las mañanas un alumno me iba a buscar. Me extrañaba que no llegara. Como a las nueve, lo llamé. Me dijo que no iría porque había un golpe militar, le contesté que dejara de bromear y que me viniese a buscar. Entonces encendí la radio y me di cuenta que no estaba bromeando.

Augusto Pinochet, excomandante en jefe del Ejército

04:00 - 05:00 Esa noche la pasé en vela. Estaba en mi casa solo. El teléfono sonó, lo contesté y lo descolgué. El auto que pasaba al amanecer, cada día, no pasó. Cuando llegué en la mañana al puesto de mando en Peñalolén, el ayudante me dijo 'Mi general, yo no participo en esto'. Quise meterlo preso. (Entrevista de Raquel Correa y Elizabeth Subercaseaux, publicado en el libro Ego Sum).

Sergio Santos, integrante de la Fuerza Central del MIR. "La fuerza de combate mirista estaba nucleada en torno a la denominada Fuerza Central... En total unos 40 hombres... Ahí había unas 20 armas largas. No teníamos AK".

Orlando Letelier, exministro de Defensa y ex canciller de la UP

07:00 - 08:00 Por orden del presidente, tuvo que comunicarse con los comandantes en jefe para saber qué era lo que estaba pasando en Valparaíso. Se trató de comunicar con el almirante Montero, pero le fue imposible. Llamó a Pinochet, pero le dijeron que estaba en la ducha y, finalmente, llamó a su oficina. "Esperaba que me contestara mi ayudante, pero quien lo hizo fue Patricio Carvajal. Tuve la opción de colgar el teléfono, lo que habría significado que me percatara de que había algo anormal. Le dije que tenía la información de los movimientos de tropas en Valparaíso y del desplazamiento de otras a Santiago. 'Mire ministro, yo creo que esa información está equivocada', dijo. 'No, almirante, no tengo ninguna información equivocada'. Y ahí tartamudeando dijo 'voy a tratar de averiguar'. Fue tal su titubeo que tomé el teléfono, lo acerqué al oído de mi mujer y le dije en un susurro: “escucha como habla un traidor”. Trató de darme mil explicaciones elusivas. Finalmente le dije: “mire, almirante, yo voy de inmediato al ministerio" (relato que hizo Orlando Letelier de sus últimos diez días como ministro).

Orlando Letelier.

Orlando Letelier (Foto: Museo de la Memoria y DDHH).
Orlando Letelier (Foto: Museo de la Memoria y DDHH).

José Aldunate, sacerdote jesuita

10:00 -11 :00 Me encontraba en Concepción trabajando como obrero de la construcción, específicamente en el campus universitario de la Universidad de Concepción. Eran como las nueve y media de la mañana cuando hasta el lugar donde trabajábamos llegaron un par de tanquetas militares. Los soldados tomaron a un grupo de obreros y los pusieron manos contra la pared. En esos momentos llegaron los dueños de la empresa y nos informaron que había un golpe de Estado en Santiago, que nos fuéramos a nuestras casas y que volviéramos al día siguiente si estaba todo bien. Recuerdo que un obrero gritó: "Cagó Chile".

Belisario Velasco, exsubsecretario del Interior

Tenía 37 años y, además de dedicarse a sus negocios particulares, era parte de la Junta Nacional de la Democracia Cristiana. La mañana del día 11 supo del bombardeo a La Moneda cuando todavía estaba junto a sus cuatro hijos pequeños en su casa de calle Arrecife de Vitacura. "Después, comenzamos a contactamos telefónicamente con otra gente de mi mismo sector en la DC y nos quedamos de reunir en la casa de Bernardo Leighton cerca del mediodía", recuerda. Pero se encontró con una sorpresa cuando llegó a la casa de Leighton -ubicada en Martín de Zamora- junto a personeros como Claudio Huepe, Sergio Donoso, Florencio Ceballos y Andrés Aylwin. “Tuvimos que atajar a don Bernardo, que ya iba en la esquina, porque se iba a ir en micro a defender La Moneda. Lo paramos, le dijimos que no hiciera tal cosa, que era muy grave, y no lo dejamos salir", recordaba Velasco. Tras detener a Leighton, Velasco permaneció durante toda la tarde junto a sus camaradas en la casa del barrio El Golf, intentando analizar la situación política pese a los pocos antecedentes de los que disponían. Fue entonces cuando los personeros reunidos -además de programar una nueva cita al día siguiente- comenzaron a dar forma a la "Declaración de los 13", histórica carta en que trece democratacristianos se apartaron de la posición de la propia DC y rechazaron el golpe de Estado, pese a no ser necesariamente allendistas.

Declaración de los 13.

Declaración de los 13 (Foto: Warko - Trabajo propio).
Declaración de los 13 (Foto: Warko - Trabajo propio).

Isidro Solís, abogado, exministro de Justicia

Tenía 19 años y se despertó de manera violenta. Aunque estaba radicado en Concepción, donde estudiaba Derecho, por esos días había vuelto a la capital y alojaba en la casa de su madre, quien esa mañana lo despertó para avisarle que por la radio ya se estaba hablando del golpe de Estado. Él era militante de la Juventud Radical Revolucionaria y se había inscrito en el partido durante la campaña presidencial de Allende en 1970, pese a que su familia era de derecha. "Lo primero que hice, en una actitud protectora, fue ir al Liceo 7 a rescatar a mi polola", recuerda. Como el centro ya estaba tomado por las Fuerzas Armadas -"por militares de brazaletes amarillos"- no pudo ir a dejar a su novia, Carol Araya, a su casa y se fueron juntos a la casa de su madre, en Ñuñoa. Desde ahí, escuchó el bombardeo a La Moneda por la radio. Tras ello y luego de cerciorarse de que el padre de su polola la fuera a buscar, él salió de su hogar. "Teníamos lugares de contacto donde íbamos a organizar la resistencia en caso de golpe de Estado. Sin embargo, los contactos desaparecieron todos y durante el resto del día lo único que pudimos hacer fue deambular. La resistencia, desde el punto de vista nuestro, no funcionó. Fue una situación totalmente desconcertante", relata. Esa noche, recuerda, durmió junto a otros compañeros en un departamento de la Villa Olímpica que era de alguien a quien él no conocía, y se mantuvieron en alerta hasta el día 16.

Sergio Onofre Jarpa, exministro del Interior de la dictadura. "Nosotros no celebramos el golpe pero estábamos mucho más tranquilos. Esa noche dormimos sin problemas".

Osvaldo Andrade Lara, exministro del Trabajo

Veinte años, basquetbolista y miembro de la Juventud Socialista. Estudiaba tercer año de Derecho en la UC. Ahí era compañero de Carlos Bombal, Andrés Chadwick y Juan Antonio Coloma, y alumno del entonces ayudante de Derecho Constitucional, Jaime Guzmán. Pese a estar en la cuna del gremialismo, "el chaleco Andrade" militaba en la Juventud Socialista desde 1968 -era secretario general del Regional Cordillera de Santiago- y era un fiel partidario de la UP. El delgadísimo joven, que en ese tiempo era seleccionado nacional de básquetbol, relata que el día 11, estando en su casa paterna de Puente Alto, supo muy temprano lo que sucedía "cuando se empezaron a sentir los aviones sobrevolar Santiago". Por ello, junto a una veintena de jóvenes socialistas de su comuna, planeó reunirse rápidamente en el fundo Las Nieves, ubicado en la entonces despoblada Vicuña Mackenna. "No sabíamos muy bien para qué, pero pensábamos que había que colaborar para que el golpe no se materializara", recuerda Andrade. "Fue entonces cuando, en un momento de completa irracionalidad, pensamos que necesitaríamos armas. Entonces a alguien se le ocurrió que por ahí había un retén de Carabineros, y dijimos vamos a ver ahí", dice reconociendo que pensaban sacar el armamento a la fuerza. "Felizmente, fuimos a mirar, y el famoso retén ya no existía". En octubre del 73, fue tomado prisionero y pasó por diversos recintos, para terminar en el Estadio Chile y en la ex Penitenciaría. Aunque fue expulsado de la UC a comienzos de 74, gestiones de Jaime Guzmán le permitieron retomar sus estudios. Luego, nuevamente fue tomado prisionero, pasando por Villa Grimaldi.

Michelle Bachelet, expresidenta de Chile

Tres semanas le faltaban para cumplir 21 años a Michelle Bachelet. Estudiaba Medicina y ese día 11 estaba en la facultad de la Universidad de Chile, en Independencia. Militante de la Juventud Socialista, llevaba dos noches sin dormir en su casa, debido a los crecientes rumores de una asonada militar. Alojaba en el centro de alumnos. La decisión la había tomado junto a otros compañeros para evitar que los estudiantes opositores a la UP se tomaran el campus. Desde una terraza de la facultad observaron el avance de los aviones de la Fuerza Aérea a La Moneda. Por la tarde llamó a su madre. El libro Bachelet, la historia no oficial, de Andrea Insunza y Javier Ortega, dice que Ángela Jeria le informó que, según las noticias, "Allende se suicidó", Michelle lloró. Su madre estaba alarmada por los disparos que se escuchaban en las calles. La joven prometió volver al día siguiente. Las noticias de la muerte de Salvador Allende desanimaron a los miembros de la Brigada Socialista de la que formaba parte Bachelet. Esperarían el fin del toque de queda para volver a sus casas o pasar a la clandestinidad. Durante la noche, la ahora ex presidenta sólo pensó en su padre, Alberto Bachelet. No podía aplacar los temores de que algo malo le ocurriría.

Bachelet junto a su padre Alberto.

Bachelet junto a su padre Alberto.
Bachelet junto a su padre Alberto.

Ricardo Lagos Weber, senador

“Ese día me desperté muy temprano para ir al colegio, la Escuela Pública 191 República de Siria, que está cerca de plaza Egaña. Tenía 11 años. De la escuela nos regresaron a la casa porque dijeron que había golpe de Estado. Algo familiarizados estábamos con el tema por el 'tancazo' de junio. Así es que nos fuimos a la casa con mi hermano. Mis padres nos estaban esperando y partimos todos donde mis abuelos, en La Reina. Hasta allá llegó toda la familia. Nos quedamos en esa casa cerca de dos días. Recuerdo que desde ella pude ver la nube negra que salió tras el bombardeo de Tomás Moro. Tengo en la memoria la imagen de los adultos escuchando el último mensaje de Salvador Allende por Radio Magallanes. Después los bandos, uno tras otro. Había mucha preocupación, susto y hartas discusiones. La pregunta recurrente entre los adultos era qué hacer si alguno salía llamado. Unos opinaban que había que ir 'porque no he hecho nada ilegal', otros rebatían: 'No tienes idea de lo que son capaces estos salvajes'. Hubo toque de queda. Eso acentuaba la tensión y la angustia de los adultos. Los niños, en cambio, jugaban como si hubiera sido un feriado más”.

Felipe Berríos, sacerdote jesuita

"Estaba en 3° medio en el colegio San Ignacio de El Bosque. Yo estaba en la cama, acostado, cuando temprano, deben haber sido como las 8 de la mañana, salió mi papá del baño, en calzoncillos, diciendo que 'parece que hay golpe'. Subimos al tercer piso de la casa, que quedaba en Las Palmas, al llegar a Irarrázaval. Corrimos unas tejas y veíamos los aviones que pasaban y de repente estos aviones se pusieron a bombardear, le dieron el ultimátum a Allende por la radio... Nunca creías que lo iban a hacer, pero lo hicieron. Estuvimos mirando hasta pasado el bombardeo en La Moneda".

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Sergio Onofre Jarpa detenido por el general Fernando Matthei, cuando quiso levantar a la FACh en 1969
Sergio Onofre Jarpa detenido por el general Fernando Matthei, cuando quiso levantar a la FACh en 1969

Sergio Onofre Jarpa, ex ministro del Interior de la dictadura

"Estaba con mi señora y mis dos hijos chicos. Yo ponía la radio temprano para saber las noticias y ese día la radio Agricultura empezó a informar lo que estaba pasando en el centro. Me fui caminando hasta la radio Minería y me quedé ahí escuchando informaciones. Estuve como hasta las cuatro de la tarde y después me fui a mi casa a esperar el fin de la jornada y que hubiera noticias oficiales de lo que había ocurrido. Luego llegaron a mi casa unos militares a pedir permiso para subirse al techo porque desde ahí tenían la posibilidad de ver lo que ocurría en la embajada de Cuba. Nosotros no celebramos el golpe pero estábamos mucho más tranquilos. Esa noche dormimos sin problemas".

Isabel Allende, escritora

"Aunque tenía 31 años en 1973, fue ese día 11 de septiembre cuando me hice mayor de edad. Aquel martes fatídico salí de mi casa camino a mi trabajo, en la Editorial Lord Cochrane. Cuando llegué, encontré la oficina cerrada. “Así que esto es un golpe militar”, pensé, con más curiosidad que susto. Vi las calles vacías y los convoyes militares. Me quedé en el Instituto Nacional un buen rato, esperando los acontecimientos con el profesor Osvaldo Arenas. Con él escuchamos las noticias en una radio portátil y vimos de lejos el bombardeo de La Moneda. Escuché las últimas palabras del presidente Salvador Allende por la radio, pero no supe de su muerte hasta las dos de la tarde".

Bombardeo de La Moneda.

Bombardeo de La Moneda.
Bombardeo de La Moneda.

Mary Rose Mc Gill, socialité

"Estaba en mi casa y me enteré por mi marido, a las 1:00 de la madrugada, que ése iba a ser el día, porque mi marido (Jorge Jarpa) en ese minuto estaba a cargo del sindicato de pilotos de LAN y él debía coordinar a los pilotos que habían aceptado volar los aviones para trasladar a las personas de un lugar a otro. No tuve angustia ni miedo, porque cuando uno quiere que suceda algo, como era el término de un gobierno que había destrozado al país, se siente una sensación de alivio y gran preocupación, porque uno piensa en las personas que pueden caer heridas, por la batalla que se iniciaba. Estábamos al final de un camino, la cosa ya no daba para más".

Roberto Thieme, ex secretario general de Patria y Libertad. 

"El 11 de septiembre lo pasé en la cárcel, procesado por sublevación militar y hurto de aeronaves. Tenía 30 años. Me había entregado a las autoridades después de haber cumplido la misión clandestina de Patria y Libertad el día 24 de agosto. A las ocho de la mañana siento que tocan la puerta y me llaman 'Don Roberto'. Se trataba de un gendarme que venía a despertarme y a llevarme una radio portátil. A continuación en la radio empecé a escuchar los bandos. Sentí una sensación de alivio y de triunfo después de tres años de lucha".

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Roberto Thieme junto a Miguel Cessa. Atrás el Cessna 172 con el que viajaban a la Colonia Dignidad y a Argentina
Roberto Thieme junto a Miguel Cessa. Atrás el Cessna 172 con el que viajaban a la Colonia Dignidad y a Argentina

Ariel Ulloa, ex encargado de Organización del PS

“Deben haber sido como las seis de la mañana cuando Carlos Altamirano me llamó y dijo: «Esto empezó, te paso a buscar». Llegó muy pronto, le pregunté: «¿Para dónde íbamos». Me respondió: «Vamos a la Monja», que en nuestro código era la Cormu, cerca de la Posta Central, donde ahora está la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile. Yo no sabía que tenía que ir ahí. ¿Quiénes llegamos? Adonis Sepúlveda, Rolando Calderón, Hernán del Canto, Arnoldo Camú, Máximo, Carlos Laso y yo, y por supuesto Altamirano. Éramos ocho integrantes de la dirección. El único que faltó fue Exequiel Ponce. Nunca supe si él sabía que tenía que ir. Empezamos a analizar la situación, Camú habló por Radio Corporación llamando al partido. Yo lo hice por teléfono a varios regionales para decir que desarrollaran los planes acordados, que es lo que se hizo en parte en Santiago desordenadamente, porque quedamos desconectados. En Valdivia hablé con Mauricio Figueroa. En Concepción creo que con Rafael Merino, no estoy seguro si con él. En Valparaíso, con Andrés Sepúlveda. En Santiago, en la zona sur con Juan Ferrada y en el centro con Juan Bustos, etc.

Augusto Pinochet, ex comandante en jefe del Ejército. "Esa noche la pasé en vela. Estaba en mi casa solo. El teléfono sonó, lo contesté y lo descolgué. El auto que pasaba al amanecer, cada día, no pasó. Cuando llegué en la mañana al puesto de mando en Peñalolén, el ayudante me dijo 'Mi general, yo no participo en esto'. Quise meterlo preso".

Víctor Pineda, periodista, exeditor general del diario El Austral de Valdivia

La noche del 10 de septiembre, con un grupito de compañeros de Periodismo de la U. de Concepción fuimos al cine Romano, en el centro de Concepción. Por seguridad, ya que había controles policiales muy intensos desde hacía semanas, nos quedamos a dormir en la pieza que uno de los integrantes del grupo arrendaba frente al cine. Al día siguiente, muy temprano, el dueño de casa puso una radio que solo él podía escuchar por lo maltratado que estaba el aparato. “Hay golpe”, avisó, muy inquieto. Concordamos en que ir a la escuela sería peligroso, así que optamos por dispersarnos. Llegué a la casa que compartía con dos compañeros en el sector Chillancito, realmente sin saber qué hacer. Al poco rato apareció mi madre a la cabeza de una cuadrilla de rescate. Nos llevó a mí y al otro amigo que estaba en la vivienda, primero a Lota y luego a Coronel, donde podríamos estar seguros, en residencias de familiares sin riesgos políticos. Días después supimos que la casa de Chillancito había sido allanada la misma noche del 11. El tercer ocupante fue sorprendido, llevado a una unidad militar y torturado. Lo de siempre, querían saber dónde estaban las armas, a pesar de que solo encontraron libros y revistas, especialmente deportivas.

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Orlando Letelier y Carlos Prats, ambos asesinados por la dictadura
Orlando Letelier y Carlos Prats, ambos asesinados por la dictadura

Carlos Prats, ex comandante en jefe del Ejército

08:15 Por radio me impongo del levantamiento militar. Oigo, parcialmente, la alocución pronunciada con voz serena, que el presidente Allende dirigiera al país. Luego, empiezo a escuchar los bandos de la "Junta de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile". Me siento profundamente consternado ante el súbito y fatal derrumbe de tantos valores y principios, presintiendo, con horror, cuánta sangre se derramará entre hermanos. La tenaz lucha sostenida para impedir que el Ejército se dejara arrastrar a la destrucción de su profesionalismo institucional, había sido estéril. Todas las angustias, las tensiones y los sacrificios soportados, así como el orgullo y la dignidad humillados, no fueron holocausto a una causa lograda. Pienso en la terrible responsabilidad que han echado sobre sus hombros mis ex camaradas de armas, al tener que doblegar por la fuerza de las armas a un pueblo orgulloso del ejercicio pleno de los derechos humanos y del imperio de la libertad. Medito en los miles de conciudadanos que perderán sus propias vidas o las de sus seres queridos. En los sufrimientos de los que serán encarcelados y vejados. En el dolor de tantas víctimas del odio. En la desesperación de los que perderán su trabajo. En la desolación de los desamparados y perseguidos, y en la tragedia íntima de los que perderán su dignidad. Presiento que mis ex camaradas de armas jamás recuperarán en vida la paz de sus espíritus, atenazados por el remordimiento de los actos concupiscentes en que se verán fatalmente envueltos y por la angustia ante la sombra de las venganzas, que les perseguirá constantemente. ¿Quiénes fueron los cerebros que los perturbaron hasta el paroxismo? ¿Mostrarán algún día sus rostros? ¿Desentrañará la historia la madeja diabólica de esta conspiración insensata en Chile cuyos instigadores -como siempre- permanecen en la penumbra? ¿Por qué los demócratas sinceros del gobierno y de la oposición no fueron capaces de divisar el abismo a que se precipitaba el país?

Sergio Santos, integrante de la Fuerza Central del MIR

La fuerza de combate mirista estaba nucleada en torno a la denominada Fuerza Central, una agrupación de escuadras de militantes con instrucción y armamento, compuesta por varios ex integrantes del GAP, además de ex uniformados que constituían la élite combativa mirista en Santiago. En total unos 40 hombres. Santos recuerda esos momentos: “Tenía un depósito a mi cargo que estaba por Antonio Varas con Hernán Cortés, en Ñuñoa, y que era la casa de un compañero que le decían Cayo. Era un barretín de 1,5 por dos metros construido en el suelo, lo habíamos hecho con gente de fuerza central. Ahí había unas 20 armas largas. No teníamos AK. Vaciamos el depósito sin ninguna precaución. El inventario era: unos 20 fusiles Garand con peine; dos cañones sin retroceso y dos ametralladoras punto 30. y los demás eran M1. No me acuerdo bien si ahí estaban todas las armas. Íbamos en una camioneta con el Coño Molina y otra gente más atrás que nos apoyaban, tiene que haber estado ahí el Bigote Altamirano. El chofer operativo del convoy era el Quila, Julio Carrasco. Llegamos por Carlos Valdovinos y pasamos por una comisaría y de repente al Quila se le olvidó el recorrido, y terminamos donde estaba la planta de la Radio Cooperativa por Macul arriba. En ese minuto se recibió la orden de que había que devolverse y acuartelarse, porque no pasaba nada. A esa hora había otro grupo que iba a Indumet con Miguel y el Coño Villavela. No me acuerdo cómo nos avisan, la cosa es que había que replegarse, serían las dos o tres de la tarde y estaba por comenzar el toque de queda. Dejamos algunas armas guardadas con los familiares del Negro Felipe. Y el resto de las camionetas quedaron botadas en la Gran Avenida. Salimos del depósito sin pensar que íbamos a volver. Yo no era operativo de la fuerza y estaba ahí porque conocía el depósito. El Coño Molina era el jefe, y terminamos en la casa donde vivía el Pato Pizarro Meniconni con una compañera, por la Gran Avenida.



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