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Viernes, 19 de Abril de 2024
[Jueves de medios]

Medios en Chile: 7 verdades incómodas

Marcos Ortiz F., director de Ojo del Medio (@ojodelmedio)

El debate sobre el sistema de medios se instaló en Chile, a propósito de las propuestas de Daniel Jadue. En esta columna se abordan elementos ineludibles de contexto que condicionan la discusión, como por ejemplo el punto 3; la nebulosa del avisaje estatal.

Admision UDEC

En abril de este año, un estudio sistematizó el trabajo llevado a cabo por más de 1.200 cabildos ciudadanos realizados a lo largo de todo Chile tras el estallido del 18/O. Los temas prioritarios –bordeando el 70% de las preferencias– fueron educación, nueva constitución, pensiones y salud. Del otro lado del ranking, en penúltimo puesto, quedó la discusión sobre medios de comunicación, con un exiguo 1,4%.

Apenas un par de meses han pasado desde entonces y la discusión sobre medios de comunicación se tomó la agenda. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de medios? ¿Existen razones para desconfiar de algunos de los discursos que leemos en tantos editoriales?

Estas son siete verdades incómodas para añadir más pelos a una sopa sobre la cual todos parecen tienen algo que decir.

1. Un tema inesperado.

Debieron pasar años para que la discusión sobre los medios de comunicación chilenos llegara a donde debía llegar: a los propios medios. Si bien El Mercurio, La Tercera, el Diario Financiero y El Mostrador han editorializado a coro contra la polémica propuesta presentada por Daniel Jadue, ha habido matices en otros aspectos.

Debieron pasar años para que la discusión sobre los medios de comunicación chilenos llegara a donde debía llegar: a los propios medios.

La Tercera nos quiere hacer creer que la proliferación de medios digitales “torna completamente superado el debate por la concentración de medios”, mientras El Mostrador asegura que sí hay concentración, que es excesiva y que existe integración vertical y horizontal. Son muchos los ángulos para abordar el tema y son, por lo tanto, muchas las miradas divergentes. Aún así, resulta fundamental mantener la discusión en la palestra el mayor tiempo posible para que no vuelvan a transcurrir nuevamente décadas hasta que volvamos discutir un tema que afecta de manera directa la salud de nuestra democracia.

2. El rol de las universidades.

Así como cuando juega la Roja todos somos expertos en fútbol, lo mismo ocurre cuando el tema en discusión son los medios de comunicación. Entre los periodistas, Daniel Matamala opinó en su columna dominical y reconoció el sesgo derechista tanto de La Tercera como El Mercurio. El Colegio de Periodistas, en tanto, aprovechó el debate para reiterar la necesidad de la existencia del derecho a la comunicación en la nueva Constitución. Y empresarios como Juan Sutil defendieron torpemente su decisión de retirar avisos “cuando los medios entregan contenidos parciales o falsos”, omitiendo el enorme poder que el empresariado tiene sobre diarios, radios y canales de televisión.

¿Cuánto afectará el convenio que existe, por ejemplo, entre la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica y El Mercurio?

Sin embargo, uno de los grandes ausentes en el debate han sido las universidades, organizaciones que están llamadas a la promoción de debates de este tipo. Es en el seno de estas instituciones donde debería encontrarse el germen de las propuestas que el país necesita para enfrentar debates así de complejos. Ahora bien, ¿cuánto afectará el convenio que existe, por ejemplo, entre la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica y El Mercurio? El debate actual necesita de la mayor transparencia posible.

3. La nebulosa del avisaje estatal.

Si bien hay columnistas que han sostenido que la discusión sobre el avisaje del Estado es una polémica que quedó en el pasado por cuanto “el gobierno es un avisador mediano a bajo”, los millones de dólares que cada año desembolsa el Fisco en avisos en la prensa siguen siendo una zona opaca.

Se sabe que la cadena El Mercurio se adjudica la tajada más grande del botín y que Copesa le sigue de cerca.

Un informe del Observatorio del Gasto Fiscal explica que no es posible saber hoy con exactitud cuánto dinero llega a las arcas de cada medio. Si bien el gasto público en publicidad se ha reducido en los últimos años, el hecho de que más de un tercio del avisaje se realice a través de agencias de publicidad redunda en que este dinero sea muy difícil de rastrear. Así, de los US $ 42,6 millones gastados en 2018, resulta imposible conocer el paradero exacto de US $ 15,1 millones. Se sabe que la cadena El Mercurio se adjudica la tajada más grande del botín y que Copesa le sigue de cerca, pero es fundamental prender más focos para saber con exactitud la magnitud del aporte del Estado a cada uno de los medios chilenos.

4. No contemos con los medios.

Si bien existe relativo consenso en que la industria de los medios chilenos necesita cambios a nivel de legislación y financiamiento, no podemos contar con ellos para liderar las transformaciones. Así como el estallido social sucedió pese y no gracias a las élites, lo mismo corre al momento de hablar de los principales medios chilenos.

Cualquier tipo de discusión contará con la oposición prácticamente unánime de los diarios, consorcios radiales y canales de televisión, quienes en las últimas décadas han hecho poco y nada por democratizar una industria en crisis.

Así como el estallido social sucedió pese y no gracias a las élites, lo mismo corre al momento de hablar de los principales medios chilenos.

A esto se suma que la discusión que se lleva a cabo por estos días no los encuentra en el mejor pie. El más reciente informe del Reuters Institute, por ejemplo, consigna los masivos despidos de periodistas sufridos en el último año y revela cómo en tan solo cuatro años la prensa escrita ha caído a la mitad –de 46% a 23%– como fuente de noticias para los chilenos. Mientras El Mercurio ha debido desfasar en una semana el pago de sueldos de sus trabajadores “dado el actual contexto económico” y los dueños de La Tercera enfrentan uno de los momentos financieros más complejos de su historia, la preocupación por una nueva ley de medios parece ser la última de sus prioridades.

5. Cuesta arriba para los independientes.

La bandera de la libertad de prensa ha sido ondeada con particular fuerza en las últimas semanas por quienes se oponen a cualquier tipo de regulación. Con argumentos más que atendibles, la criticada propuesta de consejos regulatorios de medios ha sido vista como una amenaza a la libre expresión de ideas y noticias. Sin embargo, estos mismos principios han quedado en el olvido cada vez que un profesional de un medio comunitario o independiente ha sido violentamente detenido por Carabineros mientras ejercía su trabajo.

A diferencia de la grandilocuente cobertura recibida por los profesionales de TVN detenidos en Caracas, los constantes atropellos a la libertad de prensa consignados por el Observatorio del Derecho a la Comunicación no han tenido cabida en las páginas y programas de los medios tradicionales.

A diferencia de la grandilocuente cobertura recibida por los profesionales de TVN detenidos en las calles de Caracas mientras reporteaban sin visa de trabajo, los constantes atropellos a la libertad de prensa consignados por el Observatorio del Derecho a la Comunicación no han tenido cabida en las páginas y programas de los medios tradicionales y han dejado en evidencia el doble estándar existente al momento de defender determinados derechos.

6. El me too de la censura.

¿Existe censura en los medios chilenos? La reciente discusión sobre medios ha destapado decenas de casos. La avalancha de confesiones dada a conocer en redes sociales en menos de una semana parece indicar que no existe en Chile ningún periodista que no haya sido víctima de una acción de este tipo por parte de sus editores o directores.

Tras la excusa de la línea editorial se esconde a diario una serie de situaciones que dan a entender que la censura se trata más bien de la regla que de una serie de situaciones puntuales.

Francis Parra denunció “censuras, autocensuras y llamados de incumbentes”; Jaime Coloma recordó sus complejos años en Canal 13; Pedro Bahamondes reveló las recomendaciones que se les hizo a los periodistas post estallido; mientras Óscar Contardo rememoró el día en que en Tele 13 Radio le dijeron que no podía hablar de un polémico caso para no perjudicar a otra periodista. Tras la excusa de la línea editorial se esconde a diario una serie de situaciones que dan a entender que la censura se trata más bien de la regla que de una serie de situaciones puntuales.

7. El peligro de un año electoral.

A menos de cinco meses de la próxima elección presidencial, los recuerdos de la campaña de 2017 siguen aun latentes en las memorias de una serie de aspirantes a La Moneda.

Fue en un debate organizado por los radiodifusores de Chile cuando la periodista de Radio Agricultura Pilar Molina le enrostró a Manuel José Ossandón una serie de boletas presuntamente falsas que resultaron ser mentira.

A menos de cinco meses de la próxima elección presidencial, los recuerdos de la campaña de 2017 siguen aun latentes en las memorias de una serie de aspirantes a La Moneda.

Pocos meses después, Beatriz Sánchez se vio enfrentada en un programa de CHV/CNN al caso de un comerciante que –elegido por la producción del espacio– aseguraba falsamente haber sido víctima de la delincuencia más de 100 veces, terminando con la vida de una docena de ladrones.

Hoy, mientras las campañas presidenciales comienzan a desplegarse en un ambiente más polarizado que hace cuatro años, los periodistas, editores y directores de los medios chilenos deben elevar más que nunca antes sus estándares de calidad. Es la credibilidad del sistema completo lo que está en juego.

Revise en Twitter el trabajo de Ojo del Medio.

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Durante el estallido social y posterior revuelta, los medios oficiales fueron duramente criticados por manifestantes e interpelados los canales de TV abierta. La gente culpa a los canales de no mostrar la realidad del país y ser parte de la élite al no denunciar los privilegios y abusos de parte de los grupos económicos. Respecto del financiamiento de parte del estado a grupos como El Mercurio y Copesa, no resulta extraño, Creo que existe una idea concreta de sostener estos medios por parte del gobierno en los últimos 30 años, cuestión que debe revisarse. En cuanto a medios alternativos, el estado debiera abrirse a la idea de financiar a la prensa que con esfuerzo busca miradas distintas de la realidad, como es el caso de Interferencia, sin dejar de ser un medio critico y reflexivo de la realidad.

El Mercurio y la Tercera con su cadena Copesa, los canales de TV, las cadenas radiales oficiales, etc., están férreamente unidxs con el gran empresariado y la clase política que maneja este Estado; una clase política comprada por el gran empresrado. Están unidos para mantener y defender este sistema económico y social basado en el robo, el saqueo y el abuso a lxs trabajadorxs y ciudadanxs en general Todo esto hay que cambiarlo cuando tengamos una verdadera Asamblea Constituyente libre y soberana, donde efectivamente mande la mayoría de lxs ciudadanxs, con delegadxs REVOCABLES elegidxs con sistema electoral en condiciones de plena igualdad para todxs lxs candidatxs, y sean los pueblos quienes les entreguen a lxs electxs, directanente los mandatos de lo que debe contener una nueva Constityción Política. No como ocurre ahora con esta Convención Constitucional en que la soberanía popular está completamente bloqueada por la ley 21.200. El poder constituyente originario que radica en cada persona y que es inalienable e intransferible, se pone en acción exclusivamente deliberando en conjunto y generando así mandatos en todos los asuntos públicos que nos involucran a todxs por igual.

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