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Viernes, 19 de Abril de 2024
Especial elecciones de 1970

Tomic inicia su estrategia para construir la “Unidad del Pueblo”

Manuel Salazar Salvo

Cuando amanecían los años 60, Eduardo Frei Montalva se transformó en una nueva esperanza para los pobres de América Latina y del mundo subdesarrollado. Los estresados habitantes de la Casa Blanca de Washington percibieron que ese hombre alto de nariz prominente podía ser la figura que opacase a Fidel Castro, que su prometida "revolución en libertad" fuese la alternativa tan buscada a los socialismos reales y al tan cuestionado "imperialismo yanqui".

Admision UDEC

Salvador Allende había llegado segundo en las elecciones de 1958, a muy escasa distancia de Alessandri, y el gobierno de Estados Unidos – temeroso de que la izquierda marxista consiguiera el poder por el camino electoral – decidió redoblar su apoyo al Frente Democrático, que aglutinaba a conservadores, liberales y radicales; y proporcionó, además, una creciente ayuda al PDC.

Un factor determinante en el crecimiento de la DC en el período 1952-1964 fueron los cambios en la composición y en el tamaño del electorado. Desde el retorno de la democracia, en 1932, hasta 1949, el número de votantes se dobló, y en los comicios presidenciales de 1952, los inscritos llegaron a un millón cien mil, equivalentes a un 18 por ciento de la población. Después de la introducción de la cédula única, en 1958, que reforzó el principio del secreto del voto, el aumento de los inscritos fue explosivo. Entre 1961 y 1964, los electores pasaron de 1,8 millones a 2,9 millones, resultado de un cambio en la ley de elecciones que hizo la inscripción obligatoria.

En 1961, Tomic resultó electo como senador por Valparaíso con la primera mayoría. Luego marchó a Estados Unidos como embajador de Chile en Washington. Más tarde emprendió una activa crítica al proyecto de “chilenización del cobre”.

De esos años, recordaba: “[…] desde 1963 en adelante irrumpió firmemente en la Democracia Cristiana una corriente que luchaba por la estrategia de la “Unidad del Pueblo”, de un acuerdo entre las fuerzas de inspiración marxista, de inspiración laica y de inspiración cristiana, no buscando transacciones ideológicas en un proyecto de sociedad que hubiese sido imposible para todas ellas, sino en un esquema concreto, pero de largo aliento, que permitiera avanzar en común hacia la sustitución del capitalismo por los trabajadores organizados”.

El partido de Eduardo Frei ejerció una poderosa atracción entre las mujeres y los desposeídos de los campos y de las barriadas urbanas, que no formaban parte de las fuerzas socialistas ni comunistas. En esos grupos plantó las banderas de "la patria joven" y de una "revolución en libertad", en contra de la derecha y de la izquierda, reuniendo en muy corto tiempo a la más formidable fuerza política que haya existido en el país.

No obstante, al PDC le faltaba una definición relevante. Era la cuestión del sistema comunitario, postulado que aparecía como la forma de organización social que había de reemplazar las relaciones de propiedad capitalista y la alternativa del socialismo colectivista, y que nunca, ni en aquellos años, ni después, fue expuesto con meridiana claridad.

Las elecciones municipales del 7 de abril de 1963 convirtieron al PDC en la primera fuerza política nacional, desplazando a los radicales a un segundo lugar. El partido obtuvo 452.987 sufragios, el 22,7% de la votación total.

En marzo de 1964 murió Oscar Naranjo, diputado socialista por Curicó. Hubo que reemplazarlo a través de una elección, comicio que fue considerado como un anticipo de la presidencial.

Ganó Frente de Acción Popular, FRAP con el 39,2%, seguido por la coalición de derecha, con un 32,5% y el PDC con el 27,7%.

La derecha no tuvo duda alguna. Si mantenían a Julio Durán como su candidato, el marxismo llegaría a La Moneda. En masa, entonces, se volcaron en apoyo de Eduardo Frei.

Una fuerza avasalladora

Así se llegó al 4 de septiembre de 1964. El veredicto de las urnas fue categórico y aplastante: Eduardo Frei Montalva, 1.409.012 votos (56,09%), Salvador Allende, 977.902 votos (38,92%) y Julio Durán, 125.000 votos (4,99 %).

Aún no se acallaban las celebraciones del triunfo cuando los expertos electorales del PDC iniciaron la discusión sobre el lema en que se apoyaría la campaña parlamentaria del 7 de marzo de 1965. Unos habían acuñado y defendían la consigna "Un Parlamento para Frei", otros la consideraban poco original y de mal agüero. Un slogan similar – "Un Parlamento para Ibáñez" – se había convertido años antes en un descalabro histórico para "el general de la esperanza".

La Ley Electoral era categórica. El 7 de noviembre de 1964, debían estar inscritos los candidatos a las 147 bancas de la Cámara de Diputados y a los 20 sillones senatoriales que reemplazarían a los honorables que terminaban sus mandatos.

Los hechos demostrarían que la DC estaba condenada a una oposición sin tregua de sus adversarios del FRAP, quienes consideraban que la victoria de Frei se había gestado gracias "al apoyo de la derecha y del imperialismo, que vieron en su candidatura una tabla de salvación para sus privilegios".

En declaración pública expresaron que "El FRAP ha adoptado la resolución irrevocable de realizar una política de oposición al gobierno del señor Frei, convencido de que éste, por su composición social y sus vínculos con el capitalismo extranjero y la oligarquía financiera, servirá en lo esencial los intereses de la clase dominante y no los del pueblo chileno".

Por su parte, tanto el Partido Radical como los liberales y conservadores pasaron también a integrar la oposición, pero no escatimaron elogios para el nuevo mandatario. Los conservadores emitieron una declaración donde hablaban de "nuestro candidato" y prometían que "ahora cooperaremos al resultado de su gestión sin exigencias de ninguna clase".

De cara a las parlamentarias, los cálculos del PDC indicaban que conseguirían unos diez senadores y -con optimismo- hasta 65 diputados, logrando con ello aventajar sin muchas angustias al derechista Frente Democrático y al FRAP.

Sin embargo, el PDC superó todas sus marcas hasta esa fecha, no sólo con sus militantes y simpatizantes, sino que se nutrió a costa de sus adversarios, captando altas votaciones en los bastiones de la derecha y en zonas de tradicional imperio socialista o comunista.

Los logros de la DC excedieron todos los pronósticos al obtener 13 senadores, de un total de 45, y 82 diputados, de un total de 147, con 989.626 votos (41,06 %).

El fenómeno produjo incongruencias de tales características, que probablemente no se volverá a repetir en la historia electoral: en Cautín "accedió" José García a "integrar la lista", pero con la condición de que directamente no haría campaña. Obtuvo los votos de un regidor de algún pueblo perdido en el mapa y con 1.614 votos se instaló en un sillón del Senado. Lo propio ocurrió en Talca con Raúl Gormaz, quien también ascendió de ilustre desconocido a senador por la vía del derrame de votos.

La DC eliminó del Senado a algunos de sus más encarnizados enemigos de la derecha: Hugo Rosende, Edmundo Eluchans y Javier Echeverría, tres conservadores regalones de Jorge Alessandri.

En cuanto a los radicales, perdieron su sillón líderes de la relevancia de Ángel Faivovich, Sergio Diez y Miguel Huerta. Muchos otros "imperdibles" desaparecieron del mapa, a pesar de que la "caja electoral" reunida por la derecha y también por el radicalismo, superó todos los precedentes.

La audacia de Frei Montalva

El problema no pudo ser resuelto por los políticos avezados: ya no se trataba de dinero, cohecho ni de abrumadoras campañas propagandísticas. La DC logró llegar a los electores: sus hombres se hicieron presentes hasta en los rincones más abandonados de la república y les hablaron a los votantes de una manera comprensible.

Frei actuó con audacia e inteligencia al usar en su beneficio la posibilidad entregada por la legislatura extraordinaria, que le permitió presentar ante el Congreso (y también ante la opinión pública) un grueso paquete de proposiciones y proyectos de ley, que -según explicó- cambiarían la situación precaria del país a otra muchísimo más próspera; sanearía la administración y recobraría para Chile las riquezas propias como el cobre, la electricidad y los teléfonos, dejándolos en manos del Estado.

El presidente Eduardo Frei Montalva

El presidente Eduardo Frei Montalva
El presidente Eduardo Frei Montalva

Cuando se dio cuenta de que la mayoría del Congreso rechazaría o dejaría irreconocibles los proyectos, los retiró advirtiendo que había una fórmula para hacerlos efectivos: convertir la elección parlamentaria en un plebiscito.

El pueblo debía decidir si estas propuestas revolucionarias serían aprobadas o no. Y ello pasaba por cambiar a quienes las iban a vetar.

Mucha gente veía a  aquellos parlamentarios como especialistas en dictar leyes que favorecían a su clase o a sus mandantes. Y Frei dio a entender que éste era el momento de pasarles la cuenta.

El balance de la derecha fue desolador. En sus antiguos feudos de las provincias de O'Higgins, Colchagua, Talca, Linares, San Carlos, Chillán, Concepción, Valdivia y Osorno no eligieron ni un diputado liberal o conservador, y se perdieron figuras de la categoría de Gustavo Alessandri, Jaime Bulnes, Salvador Correa, Fernando Coloma, Rodolfo Ramírez, Nicanor Allende, Carlos Lazcano, Osvaldo Fuenzalida, Inés Guzmán, Demetrio Zañartu, Antonio Tagle, Alfredo Noguera, Sergio Larraín y Enrique Lira, entre otros connotados.

La DC obtuvo cuatro diputados de seis en O'Higgins; tres de los cuatro de Colchagua; dos de los tres de Curicó; tres de los cinco de Talca y se llevó los únicos tres de Valdivia. Una paliza histórica para liberales y conservadores que por décadas campearon en las zonas mencionadas.

Los riesgos de una victoria

Los observadores políticos se preguntaron si todos los militantes del partido vencedor seguirían cantando con la misma emoción aquel "Brilla el sol de nuestras juventudes... ". Les parecía – y el tiempo les daría la razón – que eran demasiadas las corrientes que cohabitaban en el partido gobernante.

El programa que se autoimpuso Frei era exigente y dependía en gran medida del apoyo de otras fuerzas, casi todas las cuales estaban en la Cámara Alta.

Estas situaciones no eran eventuales accidentes que podrían ocurrir en el camino, sino que estaban a la vuelta de la esquina. El PDC tenía mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, pero en el Senado había que negociar cada proyecto.

La reforma agraria que la DC presentó en los primeros meses de 1965, en un proyecto que implicaba la reforma del artículo 10 de la Constitución, sobre el derecho de propiedad, no provocó mayor impacto en la derecha.

La única oposición llegó a través de Fiducia – un grupo ultracatólico de origen brasileño que defendía la tradición, la propiedad y la familia – pero pronto las aguas se pondrían más bravas. Frei advirtió que "o se hace la reforma agraria de la manera más racional, pero también de la manera más acelerada en este período, o se hará mañana de la manera más irracional e inconveniente para el país. Los que no quieran facilitar en nada esta reforma, mañana no sólo perderán la tierra…”.

El duro debate interno

Hacia la mitad del mandato de Frei empezaron los tironeos para elegir a los candidatos presidenciales de 1970, pese a que faltaba la elección parlamentaria de 1969. La derecha, algo recuperada de su derrota, miraba hacia la calle Phillips, a un costado de la Plaza de Armas de Santiago, donde Jorge Alessandri permanecía retirado de la actividad pública, abocado a sus funciones en la Papelera de Puente Alto.

Alessandri se dejaba querer. Sólo muy a lo lejos hacía público un comentario donde manifestaba alguna crítica, casi siempre velada, contra "el señor Frei".

Allende, Pablo Neruda y Rafael Tarud empezaban a tomar posiciones desde la izquierda, y en el PDC se hablaba de Radomiro Tomic, Bernardo Leighton y, con menos fuerza, de Patricio Aylwin como posibles sucesores de Frei. Allí el panorama era más complejo, porque se practicaba la crítica pública y las discusiones internas parecían irreconciliables.

En 1967, convivían dos grandes grupos en el PDC. Uno, el "oficialista", que reunía a los más de derecha y a los que llamaban "guatones" (se le atribuía engordar en el poder); y otro, integrado por "rebeldes" y "terceristas", a los que denominaban "chascones", por su apariencia supuestamente descuidada para las costumbres de aquellos años.



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Comentarios

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Buenas tardes, me interesa leer prensa independiente como la de ustedes y escapar de la prensa oficialista

Es importante para mi contar con información independiente respecto de la realidad nacional. Pero también es muy relevante poder acceder a contenido periodístico de épocas pasadas, como el que encuentro en interferencia.cl Verdaderamente se les agradece.

Para los mas jovenes, la DC y la DERECHA juntas.

Muy interesante aporte realiza Interferencia, felicitaciones por el gran trabajo.

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