Este domingo 13 de junio de 2021 los habitantes de la Región Metropolitana (RM) elegirán a su autoridad territorial por primera vez en su historia: el gobernador o la gobernadora regional, quien reemplazará -en parte de sus funciones- a los intendentes, quienes históricamente han sido designados por los presidentes de la República, sin un control democrático directo.
El hecho en sí, es inédito e histórico y un paso hacia la descentralización del país, pues todas las regiones de Chile eligen sus gobernadores por primera vez. Tal vez sea también el inicio de una nueva etapa de desarrollo de los poderes locales que implique revertir el fenómeno de concentración del poder político y económico en la elite santiaguina.
Pero Santiago sigue siendo Santiago, por lo que esta elección, además representa un hecho de primera importancia política que define los escenarios futuros del país, en un momento de inestabilidad y de cambio, donde las fuerzas políticas y sociales están en procesos de acomodos.
A continuación se abordan los ejes de análisis y de significancia de esta elección.
1. El juicio al pasado
El solo hecho de que la segunda vuelta de esta elección sea entre Claudio Orrego (54 años), un líder histórico de la Democracia Cristiana (DC), un partido que ha sido eje fundamental del poder en los últimos 30 años, y Karina Oliva (Comunes), una mujer joven proveniente de las nuevas fuerzas de izquierda que vinieron a impugnar el orden político de los partidos tradicionales, muestra hasta qué punto esta elección es un clivaje entre el pasado y el futuro del país.
Este punto ha sido el eje de campaña de Oliva, apostando a que el estallido social y la reacción de consternación de la elite ante éste, ha indispuesto a los electores frente a quienes han ejercido el poder desde la recuperación de la democracia en 1990. "No son 30 pesos, son 30 años", fue uno de las frases más potentes del estallido social y hoy resuena en las conciencias de los electores.
"No son 30 pesos, son 30 años", fue uno de las frases más potentes del estallido social y hoy resuena en las conciencias de los electores.
Lo paradójico del caso es que Orrego fue parte de la camada joven de recambio de la primera generación concertacionista que retomó el poder en 1990, pero hoy su partido y los aliados, son conglomerados envejecidos que no han sabido convocar ni dar fuelle a líderes jóvenes a sus filas, cuando no los han fagocitado.
Este déficit lo tomaron los partidos y movimientos del Frente Amplio (FA), quienes por fuera vienen a renovar el ecosistema político de la centro izquierda y la izquierda, en parte, como un proceso de recambio por crecimiento vegetativo. Salvo, por el Partido Comunista, el que pese a ser un partido histórico -y en cierta medida tradicional- en las elecciones de mayo pasado ratificó que tiene sangre nueva, como por la ejemplo la alcaldesa electa de Santiago, Harasí Hassler.
De ese modo, si gana Oliva por mucho hoy, se podría no solo deducir que la lectura del pasado concertacionista es crítica, sino que también los electores no tienen miedo al futuro, al apostar por gente joven e inexperta.
2. El liderazgo del centro y la izquierda y la presidencial
En términos ideológicos, la disputa por la Gobernación de Santiago es una contienda que enfrenta a la izquierda con la centro-izquierda, lo que puede definir cuál es es el sector que tendrá la hegemonía del proceso político por venir. Esto incluye próximas elecciones presidenciales, las que siguen siendo clave en la estructura de poder del país, mientras la constitución vigente ofrezca un presidencialismo exacerbado, y también las parlamentarias, las cuales serán claves para establecer contrapesos -o turbos- tanto para el nuevo presidente o presidenta, como a la Convención Constituyente (CC).
Se sabe que el padrón de Santiago representa un 40% del nivel nacional y puede ser predictivo en muchos aspectos.
De ganar Orrego, esto le daría un respiro a una DC que sufrió la peor derrota electoral de su historia en constituyentes, con tan solo un militante de sus filas en la CC (Fuad Chahín) y un independiente por su cupo (Christian Viera). En las elecciones de gobernadores y municipales a la DC no le fue tan mal, lo que muestra que todavía tiene juego territorial, por lo que la victoria -e inlcuso una derrota estrecha- podría significar una oportunidad de renacimiento.
Lo anterior es un escenario posible, en especial si es que es verdad que Yasna Provoste, militante DC, tiene la tracción electoral que parece estar adquiriendo, aunque paradojalmente es por una serie de atributos (entre los que no se incluye ser DC); ser mujer, diaguita, de regiones, profesora, alguien más de izquierda que su partido (y sus aliados) y ahora una presidenta del Senado que se ha opuesto con mayor dureza a Sebastián Piñera.
Si gana Orrego, también podría volver de las cenizas el eje de la vieja Concertación; el Partido Socialista (PS) y la DC, quienes hoy están semi unidos más que nada por la necesidad de enfrentar elecciones, y llenos de desconfianza por la bochornosa fallida alianza del PS con el FA y el PC, que pretendía dejar a la DC a la deriva. Un capítulo que está de todas maneras por escribirse, a la espera del modo en que se resuelva el liderazgo del eje, entre Provoste y una Paula Narváez (PS) que no crece en las encuestas.
De fondo, la elección la miran Jadue, Boric, Provoste y Narváez.
En tanto, el PS parece observar con atención el resultado de este domingo sin movilizarse mucho por Orrego (al igual que Provoste), el que puede debilitar aún más a su aliado político, la DC, y de paso, potenciar a su candidata, Paula Narváez. De tal modo, este domingo también se juega la sobrevivencia de esa alianza y nuevas correlaciones de fuerzas en dicho acuerdo. Es decir, si la DC llega fortalecida o menoscabada a negociar la próximas presidenciales y las candidaturas parlamentarias con el PS y el PPD.
De perder Orrego, la DC saldría no solo debilitada, sino doblegada. Si ya el resultado de las candidaturas constituyentes generó un remezón tal que provocó la renuncia de su directiva y su presidente hasta ese momento, Fuad Chahin, una derrota de un candidato insigne del conglomerado podría generar el efecto de un terremoto después de un tsunami.
En tanto, la alianza PC-FA podría dar un golpe en la mesa con un eventual triunfo y una oportunidad de oro para mostrar credenciales de gobernabilidad, y así hacer girar el eje del sector definitivamente hacia la izquierda, algo que quedó favorablemente en el aire después de la elección de la CC, pero que tiene que ratificarse en las sucesivas elecciones.
En tal sentido, un eventual triunfo de Oliva podría fortalecer al PC y el FA en los distritos metropolitanos, ya que eso daría un impulso a su alianza electoral en miras a las parlamentarias.
También un resultado favorable a Oliva mueve el escenario de las primarias de la izquierda, que enfrenta a Daniel Jadue (PC) y Gabriel Boric (Convergencia Social). El triunfo holgado favorece en especial Jadue y los comunistas, quienes han invertido energía, recursos y militantes en apoyar la campaña de Oliva, mientras Jadue es el candidato que más marca en las encuestas.
Respecto de los pronósticos, el analista político y periodista Mirko Macari, el candidato de la DC llega con menos ventaja a la contienda de este domingo.
“El país está en este verdadero clivaje, que es lo viejo contra nuevo, y por eso Orrego tiene más que perder. No significa que circunstancialmente no pueda ganar, porque la política no es matemática”, analiza Macari.
Para Macari, la que menos debiese preocuparse por esta elección es la senadora Yasna Provoste, posible candidata de la DC para las presidenciales.
“Ella juega sola”, dice Macari. Agrega que su posible candidatura va más allá de su partido, y por lo tanto, no está tan ligada a los resultados de este domingo.
3. El liderazgo del ganador
Es algo obvio, pero no por ello menos importante. En especial si es que se cumple el pronóstic0 que indica que el gobernador metropolitano se convierte por peso político propio, en un candidato natural a La Moneda, ya que se será en la segunda autoridad electa con mayor votación después del presidente de la República.
En ese caso, Orrego estará -en lo nominal- cerca de su sueño de ser presidente, algo que le viene inculcado de familia (de elite), y que ya lo llevó a ser precandidato de la DC en 2013, aunque con un mal resultado en la primaria, quedando por debajo de Michelle Bachelet y Andrés Velasco.
Es muy temprano para hablar de una oportunidad presidencial de Oliva, quien debería demostrar una gestión exitosa en la RM antes que nada, pero sin dudas lo que ella representa como símbolo quedará con alto valor político. Algo que tendrá que refrendar con una buena gestión, para conjurar el fantasma de Josefina Errázuriz, quien no hizo una buena labor en Providencia, con lo que la comuna hoy es un fuerte electoral de la derecha.
De ganar Karina Oliva, el perfil de mujeres fuertes y con poder en la política, identificadas con el feminismo y ajena a las elites, se fortalece. Cabe mencionar que la izquierda ha ganado un fuerte impulso con estos nuevos rostros e incluso dentro del PC, un partido por años bastante conservador, que en su último congreso, realizado en 2020 se definió como un partido feminista.
4. El rol de la derecha
Para la derecha, el escenario es complejo. Su candidata, Catalina Parot (Evópoli), tuvo un desempeño desastroso, y quedó cuarta, detrás de la ecologista Nathalie Joignat. con un 14,9%, en una posición que recuerda a la elección presidencial de 1964, en la que el sector terminó bajando a su candidato presidencial, el radical de derecha Julio Durán, para apoyar a Eduardo Frei Montalva, con la idea de evitar el ascenso de Salvador Allende, lo que sucedió al menos en esa elección. Entonces, Frei -quien iba con un profundo programa de reformas- aceptó los votos de la derecha pero sin mover una coma de su programa.
Las cosas han cambiado. Orrego ofrece tecnocracia y no cambios, y un apoyo abierto de la derecha a su candidatura puede despertar a quienes no votaron por partidos políticos y sí por independietes progresistas, a votar en contra de una alianza DC-derecha.
Por eso los apoyos de derecha han sido con sigilo, lo que hace que no sea seguro que haya convencido a sus electores -en especial los provenientes de las comunas ricas del Distrito 11- para salir a votar este domingo, más aún considerando que el alza en contagios por Covid-19 podría inhibir a parte de los votantes de salir a sufragar.
El apoyo más abierto ha sido el del senador Manuel José Ossandón, quien hace un mes había anunciado que su voto iba para Orrego y no para la candidata de su sector, Catalina Parot. Esta semana volvió a anunciar su apoyo a Orrego, y además deslizó la posibilidad de un posible respaldo a Yasna Provoste.
“Yo no le tengo ningún miedo a Provoste, puede ser una buena presidenta. Prefiero uno de centroderecha, claro, pero si la segunda vuelta se disputa entre Yasna Provoste y Daniel Jadue, yo voy a salir con todo a la calle a apoyarla”, señaló Ossandón.
Las palabras de Ossandón, en pro de evitar que Santiago “quede en manos del comunismo”, podrían reflejar el temor de la derecha y la posibilidad de nuevas alianzas.
El ajedrez político podría configurar un acercamiento de la derecha al centro, es decir, a la DC, ya sea con una derrota o un triunfo de Orrego. Si la DC estuviese dispuesta, la alianza histórica DC-PS que dio vida la Concertación podría romperse, aunque difícilmente eso pase si el liderazgo del partido lo ejerce Provoste. Otra posibilidad es que, como cree Macari, quede claro una especie de tres tercios, es decir, tres tendencias marcadas en la política nacional.
“Estamos como en los tres tercios, donde el que gobierne va ser un tercio contra otros dos tercios más grandes de oposición. Hablamos de un grupo mucho más pequeño de personas claramente, no todo el país votando por alguno de estos tercios, como fue en los años 60, la mayoría del país no está en ese ancho de banda, es más parecido a los independientes, entonces son los tres tercios en versión cuma”, opina Macari.
“La derecha está en una situación compleja y con una pesadilla al frente, que es Jadue, y cualquier alternativa jadue va a ser interesante. Van a pasar muchas cosas, pasó en el 64, cuando la derecha fue a votar por Frei para impedir el triunfo de allende. Y lo más claro a mi juicio en esta elección es la separación entre el centro y la izquierda. El centro y la izquierda se vuelven bastante hostiles. Ha sido una campaña hostil, con recriminaciones mutuas, desde la inscripción de las fallidas primarias y eso va a marcar el clima para la presidencial”, agrega.
“Mi intuición es que el electorado de derecha hoy día está muy desanimado, con sentimiento de abandono, de traición incluso, con el sentimiento de que este gobierno no fue lo que prometía”, advertía el analista Daniel Mansuy en una entrevista a principios de mayo a La Tercera.
5. El misterio de los independientes
Por otra parte, los resultados de este domingo despejarán otras dudas que rondan frente a estas elecciones ¿Será Oliva u Orrego quien atraiga a los votantes que prefirieron opciones independientes en las elecciones pasadas? ¿Se quedarán en sus casas?
Esta es tal vez la fuente de mayor incertidumbre, considerando que las listas de independientes de la Región Metropolitana a la Convención Constituyente (el verdadero carburador del entusiasmo electoral de la elección pasada) suman un 45,1% de los votos.
“La gente desconfía de la política en general y eso va a marcar al próximo gobierno que puede ser igual o mas debil que este, si juega en los rangos de la izquierda y la derecha”, advierte Mirko Macari.
6. La capacidad de endoso de Joignat y Maltés
Finalmente, también es misterioso que pasará con la votación de Nathalie Joignat (15,2%), quien no se inclinó por ningún candidato, lo que en la práctica perjudica a Oliva, y con la de Pablo Maltés (10,7%), el marido de Pamela Jiles, quien sí la apoyó.
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