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Lunes, 21 de Julio de 2025
[Hace 4 años]

Piñera confía en respaldo de partidos opositores, que poco o nada tienen que ver con protestas, para salir de crisis

Víctor Herrero A.
Lissette Fossa

Tras una jornada de marchas masivas en muchas ciudades del país, en las que la principal demanda era la renuncia del presidente, el mandatario anunció diálogos de unidad con su oposición en el Congreso. Pero su gabinete sigue intacto. Es probable que ello deje completamente indiferente a los ciudadanos que se han manifestado. Este fue el artículo de portada de Interferencia del martes 22 de octubre de 2019.

El presidente Sebastián Piñera y su gabinete se encuentran cada vez más acorralados por un crisis social y política que comenzó con el alza del precio del metro en Santiago a inicios de mes, pero que se ha expandido y agravado en todo el país y cuya principal demanda ahora es la renuncia del propio mandatario.

Las manifestaciones, que partieron de manera espontánea a inicios de la semana pasada por estudiantes secundarios saltándose los torniquetes del tren subterráneo, ha puesto en aprietos a La Moneda que no ha sabido reaccionar frente a un movimiento ciudadano que no nace de organización alguna y que no cuenta con líderes identificables.

Ayer lunes, en el cuarto día del estallido social que sacude al país, cientos de miles de personas se congregaron de manera espontánea y pacífica en Santiago, Valparaíso, Rancagua, Talca, Concepción, Valdivia, Punta Arenas, La Serena, Iquique y muchas otras, para exigir la renuncia del presidente Sebastián Piñera. Muchos de los manifestantes culpaban al mandatario no sólo de la mala situación económica, sino que de agravar la crisis al decretar medidas de seguridad que no se veían desde la dictadura de Augusto Pinochet, y desplegar a lo largo de los días un discurso cada vez más incendiario.

“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie”, afirmó Piñera el domingo en la noche, causando más ira entre la población que se viene manifestando de manera masiva en las calles desde el viernes y que se queja de las condiciones y costos de vida de uno de los países con mayores índices de desigualdad en el mundo occidental.

“Esto se pudo haber evitado, pero se ha manejado muy mal”, afirmó a Interferencia una mujer en edad de jubilación que se dirigía en su bicicleta desde la Avenida Vicuña Mackenna a Plaza Italia para participar de la multitudinaria concentración en ese lugar pasado el mediodía de ayer. “No estamos en una guerra, y no es posible que el presidente diga eso”.

Aunque la jornada de movilización fue pacífica, se vivieron momentos de mucha represión policial y varios centros de salud no daban abasto para atender los heridos por balas de perdigones disparados por fuerzas especiales de Carabineros. Una mujer joven que se encontraba en Plaza Italia llevaba un cartel que, recogiendo la letra de una canción de Violeta Parra, rezaba: “Mira como muestran una escopeta, para quitarle al pobre su marraqueta”.

Pese a lo pacífico de las manifestaciones en la capital, el general Javier Iturriaga, a cargo de la seguridad de Santiago durante el Estado de Emergencia ordenado por La Moneda el viernes en la tarde, decretó por tercer día consecutivo un toque de queda, que comenzó a las 20:00 horas de anoche. Lo mismo sucedió en otras ciudades, como Valparaíso y Concepción, donde los comandantes militares decretaron toques de queda aún más tempranos, bajo el argumento de actos de vandalismo por parte de los manifestantes.

En un país cuyo promedio de edad no alcanza los 34 años, para muchos la experiencia de ver restringida su libertad de circulación y verse forzados a confinarse en sus hogares a plena luz del día resultó una experiencia casi surreal. La última vez que hubo un toque de queda por motivos sociales y políticos fue en 1986, después del fallido atentado en contra de Pinochet.

¿Aires de huelga general?

Pese al carácter ‘inorgánico’ de las movilizaciones, ayer comenzaron a sumarse fuerzas gremiales y sindicales tradicionales al movimiento ciudadano, lo que potencialmente podría desembocar en un paro generalizado en contra del Gobierno.

La Unión Portuaria comenzó ayer un paro en apoyo al movimiento ciudadano. “Hoy paralizamos el país. No solo por demandas gremiales, sino porque pensamos que la situación abre un escenario refundacional y que Chile no será el mismo a partir de ahora”, afirmó la organización en un comunicado público. Este sindicato agrupa a trabajadores de los puertos de Iquique, Tocopilla, Antofagasta, Chañaral, Caldera, Huasco, Ventanas, Valparaíso, San Antonio, Penco, Lirquén, San Vicente, Talcahuano, Huachipato, Coronel, Corral, Puerto Montt, Chacabuco, Calbuco y Punta Arenas.

En tanto, un conglomerado de sindicatos, gremios y organizaciones civiles -entre ellos la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Coordinadora No Más AFP, la Agrupación Nacional Empleados Fiscales (Anef), la Confederación Nacional de la Salud Municipal (Confusam), la Confederación Coordinadora de Sindicatos del Comercio y Servicios Financieros, la Confederación Bancaria, el Sindicato Interempresa Líder y el Colegio de Profesores– hicieron un llamado a una huelga general a partir del miércoles 23 de octubre.

“Chile enfrenta la mayor crisis política y social desde la salida de la dictadura militar. El estallido social detonado por las alzas de la locomoción colectiva ha puesto en evidencia la rabia contenida y el descontento por las políticas impulsadas en las últimas décadas, alzas permanentes de los servicios básicos, los estancados salarios y la mercantilización de los derechos sociales”, aseguró ese conglomerado en un comunicado público.

"Frente a esto, el Gobierno esta llevando a cabo un verdadero ‘auto-golpe’, recurriendo a la mayor de las prácticas antidemocráticas, que es usar a las FF.AA. para imponer ‘paz social’ por la vía de la fuerza y, en ese contexto, imponer sus políticas antipopulares en pensiones, tributaria, jornada de trabajo, etc. El Gobierno con su actuar, tiene paralizado al país con el clima de violencia instalado con la presencia de los militares en las calles”.

El comunicado finaliza asegurando que “Sebastián Piñera no está entendiendo las razones de fondo de la protesta ciudadana generalizada en todo el territorio, con su actitud queda claro que no está en condiciones de seguir dirigiendo al país”.

A esta convocatoria adhirieron los estudiantes agrupados en la Confech, la Cones y la Fech.

Por su parte, el sindicato de Minera La Escondida, perteneciente al grupo Luksic, anunció una paralización de cinco horas durante el turno de mañana y cinco horas en el turno de noche, para este martes con el fin de solidarizar con el movimiento ciudadano.

Oposición a la deriva

Anoche Piñera intentó apaciguar un poco los ánimos. “Sé que a veces se ha hablado duro contra esta violencia y delincuencia”, aseguró ante las cámaras a las 21 horas. “Compréndanme, compatriotas, lo hago porque me indigna ver el daño y el dolor que esta violencia y delincuencia provocan”.

Sin embargo, no hubo ningún anuncio de importancia para la ciudadanía, más allá de asegurar que durante hoy martes se iba a reunir con líderes de la oposición para conversar. De hecho, en cosa de minutos el hashtag #NoDijoNada se volvió viral durante algunos horas en las redes sociales chilenas.

Más importante aún, no hubo cambio de gabinete y el ministro del Interior, Andrés Chadwick, y la ministra de Transportes, Gloria Hutt, siguieron en sus puestos como si en los últimos días nada hubiera pasado en el país.

El diario El Mercurio tituló hoy “Presidente Piñera convoca a líderes políticos de todos los sectores a concordar una agenda social que permita superar la crisis”, en un segundo intento por mostrar que las instituciones tradicionales están trabajando en una solución política a la peor crisis social en más de tres décadas. El lunes, el diario de la familia Edwards tituló acerca del llamado a la unidad nacional que hizo Piñera tras reunirse con los representantes de los poderes legislativo y judicial al mediodía del domingo.

Y en nuevo intento por obtener oxígeno político, el mandatario afirmó que “mañana me reuniré con presidentes de partido, tanto de gobierno como de oposición, para poder explorar y ojalá avanzar hacia un acuerdo social, que nos permita a todos, unidos, acercarnos con rapidez, eficacia y responsabilidad, a mejores soluciones a los problemas que aquejan a los chilenos”.

Durante el día, distintos representantes de la oposición que están en el Congreso trataron de agraciarse con el movimiento ciudadano que, poco o nada, se relacionaba a ellos.

Así, el diputado de Revolución Democrática, Giorgio Jackson, reflotó la idea del Frente Amplio de rebajar las dietas de los congresistas. “Estamos ahora en reunión de comités parlamentarios para que hoy mismo despechamos el proyecto para rebajar la dieta parlamentaria. Necesitamos unanimidad de las fuerzas políticas”, comunicó en su cuenta de Twitter a las 15:30 horas.

A los cinco minutos se le unió en la misma red social su correligionario del FA, el diputado Vlado Mirosevic, quien aseguró que “hace cinco años lo venimos diciendo. Una señal simbólica urgente es bajar nuestros sueldos. Se negaron, pero este es el momento de hacerlo. Tarde y simbólico, pero hay que hacerlo”.

Y a las diez de la noche, el senador del PPD y presidente del Senado, Jaime Quintana, afirmó a través de Twitter que “para ir recuperando las confianzas se requieren hechos concretos. Mañana, junto a @lagosweber (Ricardo Lagos Weber, senador), presentaremos una reforma constitucional para rebajar en serio las dietas parlamentarias. Si queremos reducir las inequidades, tenemos que partir con el ejemplo”.

Sin embargo, es probable que estas afirmaciones de la oposición caigan sobre tierra infértil, por cuanto el malestar de muchos de los manifestantes de los últimos días se dirija a problemas estructurales de los cuales, ciertamente, también son responsables los representantes de la ex Nueva Mayoría y la difunta Concertación.

Por ello mismo, la idea de Piñera de tratar de buscar una salida a la actual crisis mediante el diálogo con estos sectores, probablemente no impresione mucho a las masas que se han movilizado.

Militares en Las Condes

Las imágenes de efectivos del Ejército en tenida de combate imponiendo el toque de queda en Avenida Apoquindo, fue otro de los hechos sorpresivos de la jornada, ya que ni el sábado ni el domingo en la noche se hicieron presentes en ese sector de Santiago. Además, ni en época de dictadura se tiene recuerdo de militares imponiendo su presencia en el sector oriente de la capital.

Muchos especularon que se trató de una suerte de venganza del general Iturriaga en contra del presidente Piñera. Y es que el lunes en la mañana el militar afirmó que “no estoy en guerra con nadie”, lo que en La Moneda fue interpretado como un directo desafío al presidente que unas horas antes había afirmado que el país estaba en guerra.

Tras decretar un nuevo toque de queda, pese a la ausencia de supuestos actos vandálicos, el general Iturriaga endureció su discurso. Pero también la presencia de sus efectivos que, esta vez, se desplazaron hasta la Avenida Apoquindo, muy cerca de donde está el cuartel central de Bancard, la empresa matriz de los negocios de Sebastián Piñera.



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